Animales: ¿la revolución pendiente o la revolución imparable?
A aquellos a quienes no han llegado los documentales, que no se han sentido apelados por los millones de imágenes que inundan las redes sociales de maltrato y muerte, que dicen «no me lo cuentes, no quiero saberlo», o esto no quiero verlo. A ellos, a muchos de ellos, Okja les ha puesto delante, y sin que lo vieran venir, la cruda realidad. Cruda por impactante y sin edulcorantes, y cruda porque su protagonista, Okja, es un supercerdo vivo, no cocinado, no convertido en chuletas ni salchichas.
Bong Joon-ho ha sido capaz de revelar lo oculto, lo disfrazado y maquillado por la industria cárnica, gracias al arte. Gracias a la ficción. Bong Joon-ho, como los libros de Roger Olmos, están cambiando las historias para niños. Ni el lobo es el malo, ni el gato el traidor, ni las vacas dan leche apaciblemente y de la nada.
A la industria cárnica se le está acabando el cuento. Por muchos colorines con los que quieran pintar sus campañas publicitarias.
Ambos autores recurren para ello también a la infancia. Y la infancia en femenino. Tanto Okja como Amigos nos presentan a las nuevas heroínas: las niñas. Ellas no tienen superpoderes. No pueden volar, ni congelar el agua. Su poder, su fuerza, es su capacidad para amar, para no dejarse influenciar por el mundo ya gris y falso de los adultos.
Ese mundo que ya no juega, que ya no ve, ese mundo que ama más el verde de los billetes que el de los árboles. Que prefiere una figurita de un cerdo de oro a uno de verdad. Ese mundo que tiene precio pero no valor.
¡Cuánto perdimos cuando te perdimos, infancia!
Pero no sólo es mujer Mija, nuestra niña, también Okja, símbolo de la explotación de los animales, de las mujeres, y de ambas. Vendidas, intercambiadas, violadas, explotadas. Apartadas de sus hijos. Convertidas en productos.
Y mujer tambén es su explotadora principal, Lucy Mirando. La empresaria sin escrúpulos, que es capaz de venderse a ella misma y de tiranizar a las de su propio género.
Valiente el film del director coreano, que nos va poniendo sobre la mesa un plato de barbaridades tras otro. En un menú que se atraganta al que se reconoce partícipe de su elaboración.
No ha sido una cámara en un matadero, no han sido imágenes en vivo y en directo, lo que nos ha traído Bong Joon-ho. El director no ha necesitado esta crudeza para hacernos ver lo real. La genialidad de Joon-ho y su film es que nos ha hecho entrar a nosotros mismos, nos ha hecho ver a través de los ojos de un animal lo que le ocurre, lo que les hacen. Nos ha puesto en la piel de Okja, en la piel de los millones y millones de animales no humanos que pasan por estos lugares cada día, cada segundo.
Hemos acompañado a Okja, como acompañaríamos a un prisionero humano, siendo conscientes de que su sufrimiento es igual al nuestro.
Bong Joon-ho y todo su equipo han lanzado el ataque más fuerte en años a la industria cárnica y ganadera con un arma contra la que no tienen escudo: el amor, la empatía, la comprensión.
Y no solo Bong Joon-ho sino la misma Netflix, gracias a su plataforma de distribución digital a domicilio, ha hecho posible que haya entrado directo a nuestros hogares, a nuestros dispositivos electrónicos.
Si has conocido a Okja, si te has enamorado de ella, y has llorado a su lado, atrévete ahora a conocer las historias de sus congéneres, que no son seres anónimos ni simples, que no son números ni sólo carne. Atrévete a conocer a aquellos de quienes, en palabras de la magnate Mirando, «se come todo, menos sus gritos».
Sílvia Esteve
Mi patria está donde no se torture a los inocentes, mi patria está donde no se escriban versos a la muerte, mi patria está donde los toros no son bravos, donde el público no aplaude la mutilación ni el sufrimiento.
Me temo entonces que apátrida soy, pues tristemente no hay país en el que no encontremos restos de barbarie hacia nuestros semejantes.
Manuel Vicent y El Roto, dos apátridas más, retratan a letra y pincel la España del toreo. Esa España que huele a rancio y a podrido. A sudor lascivo del disfrute de los instintos más bajos. Esa España que elige a dedo a un inocente, y en nombre de un arte desconocido por cualquier Artista, lo acomete a cuchilladas.
Esa España que alza en hombros a un asesino, la misma tierra en la que mujeres tiran bragas a los pies de un torturador. Esa España que nos sigue asombrando a los seres sensibles, pero que todavía sigue viva, para regocijo y disfrute de muchos.
Pero no sólo se viste de luces el torero, nos explican Vicent y El Roto, se visten también de luces los poetas y escritores como Lorca y Hemingway, entre muchos otros. ¿Cómo el autor de La Casa de Bernarda Alba pudo llorar a un torero? ¿Cómo aquél que fue fusilado a manos de la barbarie le cantó al verdugo y no al caído? Las pasiones del hombre son inexcrutables, Homo Homini «Torero» Est.
Sólo la educación y las leyes podrán combatir este sadismo vestido de fiesta. La voluntad y el ansia de causar sufrimiento a otro ser, de matar, seguirán ahí, propias de una especie que dice vivir bajo la luz de la razón pero a la que es más frecuente encontrar en las sombras del instinto.
Toro, mi querido toro, por suerte hoy muchos versos te cantan, muchos pinceles te pintan, muchas voces te defienden. Toro, que no nos conoces, créeme, estamos contigo, nosotros, los apátridas de las naciones que defienden tu muerte, los patriotas de la tierra que defienda tu vida.
Artículo de Silvia Esteve
Antitaurimaquia, editado por Penguin Random House
Este pasado sábado, gracias al proyecto Pirea, pudimos escuchar de primera mano en el instituto de seguridad pública de Cataluña las reflexiones y recomendaciones de Agentes Rurales, Bomberos y veterinarios del cuerpo de Emergencias de este mismo servicio sobre cómo actuar en casos de emergencia.
Pirea es una iniciativa de tres entidades ADE (Asociación defensaÉquidos), APDA (Asociación Policía Defensa de los Animales) y FAADA (Fundación Asesoramiento Ayuda Animales) para mejorar la respuesta en emergencias que afectan instalaciones con animales. Protectoras, refugios, perreras y granjas son muy difíciles de evacuar.
El objectivo de Pirea es contar con los recursos materiales, intelectuales y de coordinación para responder eficazmente a emergencias, un cuerpo de respuesta integrado para salvar vidas. Ofrecer colaboración para una evacuación exitosa de refugios, protectoras y explotaciones.
Hay numerosas medidas preventivas que permiten hacer defendible el espacio que alberga a decenas, cientos y a veces miles de animales. Mantener los alrededores del refugio lo más limpio posible, evitar la acumulación de materiales inflamables, tener aspersores, un punto de almacenamiento de agua, una bomba que funcione con gasolina, evitar los ornamentos inflamables, priorizar plantas frondosas que paren el fuego en lugar de alimentarlo. Serenidad, buscar información por vías oficiales y evitar obstruir el acceso a los profesionales o tomar iniciativas que aumenten el riesgo. La pereza o la falta de previsión son los enemigos de una protección frente a la emergencia.
«Asumir que un fuego puede alcanzar 70 km/h. que puede destruir miles de hectáreas en muy pocas horas, que pueden alcanzarse los 1000 grados celsius y que los bomberos no pueden llegar a todas partes son elementos a tener muy en cuenta para comprender la importancia de la prevención» son palabras de Juan José Espada, responsable de los Bomberos de Sant Celoni. «Los incendios del verano se apagan en invierno» esta aparente paradoja resume muy bien la exigencia de prevenir las emergencias que surgen año tras año en la canícula.
La ciencia que estudia la propagación de incendios nos lleva a pensar menos en la evacuación y más en el confinamiento y defensa frente al fuego. Se dan casos en los que los daños más graves se producen por intentar huir sin la información, la organización y los recursos adecuados. «Las grandes catástrofes que han implicado muchas muertes de animales se han dado en granjas avícolas y acumulaciones de animales en el exterior como rebaños de ovejas«. Nos dice Espada. «La temporización y la programación son las claves para que la evacuación sea tal y no sea un desplazamiento o huida y por tanto una situación de mayor riesgo».
La propia seguridad es fundamental y el descontrol la reduce sustancialmente. «Los animales nos toman como referente por eso si hacemos simulacros en los que se creen hábitos de reclusión para protegerse está mucho ganado frente a contingencias» dice Encarna Casas veterinaria experta «la improvisación no ayuda, los protocolos deben estar escritos y bien conocidos por todos».
Artículo de Emma Infante
Un espai de trobada per a la defensa dels animals.
Subscríbete a nuestro Boletín para recibir periódicamente las noticías y novedades de Animalados.