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El Govern de Catalunya cede 170 dispositivos de geolocalización a ganaderos de vacuno y équidos en zona de presencia de oso pardo

A través de estos dispositivos los ganaderos podrán saber en todo momento la ubicación de las reses.

El Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural (DACC) ha cedido 170 dispositivos de geolocalización a ganaderos de vacuno y equino. Esta acción forma parte de la política de gestión de las interacciones entre grandes mamíferos y la ganadería en el Pirineo que desarrolla el Govern de Catalunya.

Se trata de unos collares para el ganado que tienen un chip incorporados que permiten al ganadero situar geográficamente en todo momento las reses a través de una aplicación instalada en el móvil. En total se han beneficiado de la actuación 33 explotaciones situadas en las cabeceras del Pallars Sobirà, en el Parque Natural del Alt Pirineu, concretamente en los Valles de Àneu, Vall de Cardós y Vall Ferrera, consideradas zona de presencia permanente de oso pardo.

Yeguas con dispositivo de geolocalización en la zona del Puerto de la Bonaigua/Govern de Catalunya

El objetivo de esta medida del DACC es favorecer la coexistencia entre los grandes carnívoros y la ganadería extensiva. Con la ganadería ovina y la apicultura, que son las que sufren más daños del oso en los Pirineos, llevan años aplicándose medidas de prevención de daños.

En el caso de la apicultura (abejas) se llevan a cabo los cerramientos para proteger las colmenas y en referencia al ganado ovino, se realiza el agrupamiento de rebaños con unos pastores contratados por el departamento que se encargan de la vigilancia durante el verano.

La tecnología aplicada a la ganadería de montaña

Los collares de geolocalización para ganado vacuno y equino son dispositivos que funcionan con internet de las cosas (loT), unos sistemas de dispositivos físicos que reciben y envían datos a través de redes inalámbricas, ya que estos animales se encuentran en una zona con poca cobertura móvil. Para garantizar el buen funcionamiento de este sistema, será necesario instalar puntualmente algunas antenas, que se colocan y retiran cada temporada.

Estos dispositivos son muy útiles para tener localizados a los animales durante su estancia en los pastos estivales en alta montaña. De esta forma, mediante una aplicación en el móvil o entrando en la página web, el usuario puede acceder a su cuenta y ver dónde está exactamente cada animal que lleva un collar con el dispositivo.

Los ganaderos pueden alertarse del comportamiento anormal de los animales, como por ejemplo períodos de excesiva inactividad o, por el contrario, recorridos de una gran distancia en poco tiempo. Los dispositivos permiten identificar estas casuísticas y esto les permite realizar visitas rápidas al ganado en caso de detectarlas.

Objetivo: estabilización de daños de la ganadería extensiva

Éstas han sido algunas de las medidas incluidas en el Plan estratégico de la ganadería extensiva de Catalunya 2021-2030 (PEREC) en el eje de producción ganadera sostenible, con el fin de estabilizar los daños a la ganadería extensiva y mejorar la coexistencia con la fauna salvaje.

Además, se mantiene el Espai Os como espacio permanente de debate sobre la convivencia con el fin de crear un espacio estable de diálogo y de trabajo colaborativo sobre la coexistencia con el oso, en el que participan todas las partes implicadas: representantes del sector ganadero, de la caza, del ámbito turístico y administraciones públicas, entre otros.

La finalidad de este Espacio es mejorar la gobernanza en el despliegue de las políticas de protección y gestión de las especies, específicamente, con los grandes carnívoros como el oso. También promover la participación activa y corresponsable de la población en la toma de decisiones y generar un espacio de confianza y transparencia con la población implicada, que facilite la gestión de la especie y permita el acuerdo de acciones conjuntas.

Un estudio encuentra genes de resistencia a antibióticos en las muestras cercanas a explotaciones porcinas en Catalunya y Aragón

Un estudio internacional desvela que debido al excesivo uso de antibióticos en las granjas porcinas, en las aguas de Catalunya y Aragón se acumulan genes de resistencia a antibióticos (ARGs).

La resistencia a los antibióticos es una pandemia mundial que mata cada año a 700.000 personas y se espera que la cifra incremente considerablemente. Los fallecimientos se deben a infecciones que antes podían tratarse con antibióticos y ya no pueden curarse porque las bacterias han desarrollado mutaciones genéticas que les confieren resistencia a la antibioterapia disponible.

Un estudio encargado por la World Animal Protection, que en España se realizó a través de FAADA (Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales) e investigadores expertos independientes, ha encontrado genes de resistencia a antibióticos (ARGs) en las muestras cercanas a explotaciones porcinas de entre 1.000 y 5.000 cerdos en Catalunya y Aragón.

Para el análisis, se tomaron muestras de agua y sedimento en diferentes puntos de los ríos Gállego, Cinca y otros afluentes. Se detectó la presencia de 8 tipos distintos de ARGs. En el río Gállego la concentración se incrementó a medida que avanza el curso del río, sumando el efecto de acumulación de granjas industriales en la zona. En el caso del Cinca, se observó cómo las concentraciones aumentaban muy significativamente para ARGs directamente relacionados con antibióticos ampliamente usados por la industria porcina justo después de su paso por la granja.

Igualmente preocupantes son los niveles inusualmente altos de ARGs detectados en aguas subterráneas en la comarca catalana de Osona, zona con gran actividad industrial ganadera, donde se fertilizan los suelos con estiércol que proviene del ganado. Estudios anteriores mostraron niveles cada vez más altos de nitratos (normalmente asociados a la contaminación por excrementos de actividad ganadera intensiva), que hicieron declarar el agua de las fuentes de la zona como no potable.

Estos ARGs indican la presencia de superbacterias. Estas resistencias han sido generadas por un uso abusivo e incorrecto de los antibióticos a lo largo de los años tanto en personas como en animales a través de la ganadería intensiva.

En España, 3/4 de todos los antibióticos del país se destinan a animales de ganadería. Concretamente, el 75% de éstos se utilizan para cerdos.

Con 46 millones de cerdos sacrificados anualmente, concentrándose un tercio de estos en Aragón y Catalunya, España fue el principal país consumidor de antibióticos de la Unión Europea en 2014. Gracias a la vigilancia en el consumo y a la inminente normativa que limitará su uso, se ha conseguido una reducción, pero todavía lejos de la media europea.

También según datos del Plan Nacional por la Resistencia a los Antibióticos, se apuesta por prohibir o limitar el uso en animales de un tipo de antibióticos que deben reservarse para tratar a las personas con mayor seguridad. Sin embargo, sustituir un antibiótico por otro o buscar alternativas terapéuticas no garantizará el fin de esta pandemia: la raíz del problema no es el uso de antibióticos per se, sino las razones por las cuales se necesita utilizarlos.

El sistema de producción, principalmente por la cantidad de animales y las altas densidades, lleva asociado el riesgo ya que en esas condiciones es más fácil contraer infecciones y que se transmitan a todo el grupo rápidamente.

El hacinamiento, la falta de espacio, de enriquecimiento ambiental, el entorno y las exigencias productivas debilitan el sistema inmunitario de los animales, sometidos a un estado de ansiedad continuo. Y ya que el sistema inmunológico de los cerdos no puede hacer frente a estas condiciones estresantes y antinaturales, se les suministran antibióticos para mantenerlos sanos.

Este sistema productivo debe cambiarse por completo, no sólo por los animales, como advierten desde hace tiempo las organizaciones de protección animal y el mundo científico comprometido con el bienestar animal; sino también por salud humana y medioambiental.

El veganismo, una manera de cambiar el mundo

Comer para cambiar el mundo. Esto podría ser el significado de lo que puede suponer el veganismo. La Unión Vegana Española define esta postura como una alternativa ética y sana al consumo y dependencia de los productos, no adaptados a nuestras necesidades físicas y espirituales, como son la carne, el pescado, los lácteos, los huevos, la miel, los productos derivados de los animales y otros artículos de origen animal como el cuero y las pieles. Pero más allá de esta definición que resume lo que popularmente conocemos como veganismo, esta dieta también tiene un papel muy importante sobre el medio ambiente, la salud y la economía.

A medida que pasan los años el veganismo está adoptando una dimensión más grande entre la sociedad de la mayoría de los países. Las personas cada vez recibimos con más fuerza el mensaje de que la dieta vegana puede cambiar el mundo. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha publicado que el sector de la ganadería produce un impacto enorme en el medio ambiente, por lo que el veganismo es la solución más beneficiosa para su conservación.

¿Qué coste ambiental tiene la producción ganadera?

La revista Science publicó un artículo el 31 de mayo de 2018 en el que analizaba todos los costes ambientales que suponen la producción cárnica destinada a los 7.575 millones de habitantes del planeta. Tras revisar más de 500 estudios mediante más de un centenar de expertos, concluyeron que la producción de alimentos ocupa el 43% de la tierra del planeta y genera el 26% de las emisiones de gases de efecto invernadero, en su mayor parte CO2 y metano.

El efecto invernadero se produce cuando determinados gases retienen una parte de la energía que emite el suelo terrestre al calentarse por la radiación del sol. Un proceso que se está viendo agravado por la actividad de la ganadería, ya que tal y como informa la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción alimentaria produce un 9% de emisiones de dióxido de carbono, un 37% de emisiones de metano y un 65% de óxidos de nitrógeno. Una serie de gases que favorecen el efecto invernadero y que consecuentemente son perjudiciales para el medio ambiente.

Según Global Climate Report, las principales consecuencia del efecto invernadero son: huracanes más feroces, migraciones constantes de animales y personas por sequias o inundaciones, daños en la agricultura o ganadería, hambruna y escasez de alimentos e incluso enfermedades y pandemias.

The Economist, en su reportaje sobre “¿Cómo puede el veganismo cambiar el mundo?, confirma los datos publicados por Science y además explica que el sistema alimentario usa alrededor del 70% de toda el agua dulce del planeta. Además añaden que las emisiones creadas por los alimentos podrían aumentar en un 50% para 2050 si la situación no cambia.

Cerca del 70% de la tierra apta para los cultivos se está utilizando para la ganadería. Una tierra que si todos fuéramos veganos dejaríamos crecer de manera natural, fomentando el crecimiento de los bosques y espacios vegetales, los cuales jugarían un papel muy importante en el alivio y regulación del cambio climático. Hay que tener en cuenta que ese 70% de tierra está destinado a la producción de alimento para el ganado, no para las personas, pero con el fin de obtener un buen producto cárnico que satisfaga a las personas.

¿Qué cambios provocaría en el futuro una sociedad vegana?

Según un estudio de la Universidad de Oxford publicado en la revista PNAS, la dieta vegana podría ayudar a salvar cerca de ocho millones de vidas hasta el año 2050. Además existiría un ahorro de dinero en cuanto a costes médicos y de mejora de productividad evaluado en 885.000 millones de euros.

The Economist explica en su reportaje “¿Cómo puede el veganismo cambiar el mundo?”, que si la sociedad fuera vegana desde ahora, en el 2050 las emisiones de gases invernadero relacionadas con la alimentación podrían reducirse en tres cuartos. La producción de alimentos vegetales propios de la dieta vegana genera menos residuos y menos daños para la naturaleza. Por tanto, el impacto medioambiental  del veganismo es mucho más favorable para el medio ambiente. Además, el porcentaje de mortalidad podría reducirse en aproximadamente un 20%.

Jaap Korteweg, noveno de una generación de carniceros, explica para The Economist que “Una dieta vegana bien equilibrada, con menos calorías podría salvar vidas. Si el mundo se volviera vegano en 2050 se estima que la mortalidad podría reducirse aproximadamente en un 20%. Se utiliza mucho dinero para tratar enfermedades asociadas con la alimentación; enfermedades coronarias, cánceres, diabetes… Un gasto que podría ahorrarse con esta nueva dieta”.