Listado de la etiqueta: Zoo

El verdadero sentido de las ballenas

«¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor del aceite y de las barbas de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?» se preguntaba H.D. Thoreau en 1864. Más de 140 años más tarde, Philip Hoare se hace la misma pregunta. Este periodista inglés, amante de la música, la literatura y el mar, nos regala con su Leviatán o la ballena (Ático de los Libros, 2009) una magnífica obra nacida de su amor por los océanos y aquellos que los habitan.

En este tesoro literario acompañaremos a Hoare en su aventura personal de descubrimiento sobre el mundo de las ballenas. Un viaje que explora tanto el rastro literario como la cruda realidad de estos magníficos animales.

Moby Dick, obra de Herman Melville, será el eje central de Leviatán: Hoare investigará la vida del escritor, desde sus experiencias como ballenero hasta las relaciones con otros escritores de la época, como Nathaniel Hawthorne. Y a la vez, se hará a la mar e irá en busca de las ballenas que tanto fascinaron a artistas y científicos.

Una obra que  hibrida poesía y ciencia, escrita desde el corazón, desde la immensa angustia de saber que se pertenece a esa especie, los humanos, que en el transcurso de un siglo acabaron con la vida de más de un millón y medio de rorcuales, en busca de su aceite, de su carne, de sus barbas.

Las ballenas, esos grandes seres casi mitológicos, fueron, y aún siguen siendo, perseguidas, asesinadas, arponeadas con crueldad; víctimas del mundo avaricioso e inhumano que empezaba a las orillas del suyo.

El hombre contra la bestia. Pero, ¿quién es aquí la bestia? Estas «personas» con aletas eran acorraladas con sus familias, separadas madres de crías, arponeadas sin descanso, perseguidas hasta los confines de los océanos… Y ¿para qué? para poder encender la luz de las grandes ciudades. Hoare nos explica cómo el aceite de ballena era el combustible que permitió la iluminación de las grandes metrópolis. Luces en la ciudad, pero oscuridad en el alma.

A través del retrato de los protagonistas de la época, el escritor nos relata cómo la mejora en las técnicas de navegación, el crecimiento de las urbes, y las ansias industriales del siglo XIX, que ha sustituido a Dios para poner en su lugar a un hombre de hierro, arrasan con el mundo natural.

El gran enemigo: lo salvaje. El gran miedo: la libertad. Un mundo moderno que dice querer liberarse de la cadenas del pasado, de las creencias y mitos antiguos, pero que mira lo desconocido a través de las rejas de las jaulas, a través de los cristales de los acuarios. Cristales como los que vieron morir a una de las primeras belugas mantenidas en cautividad en Londres, un animal secuestrado y exhibido que se suicidó nadando a toda velocidad contra los muros de su pecera en 1877.

El autor nos muestra cómo la ciencia trajo consigo nuevos avances, nuevos conocimientos, pero también nuevos tiranos. Aunque también nos habla de la resistencia. Dos grandes nombres, Darwin y Thoreau, sienten y presienten, comprueban y entienden, que este mundo no es «del» hombre, ni «para» el hombre.

La interacción, la interrelación, la evolución entendida no como jerarquía, sino como conexión, son las claves de la nueva mirada a lo que nos rodea.

El tiempo avanza. Los tiempos cambian. Las sensibilidades se reconvierten. Hoare nos ha embarcado en su navío del recuerdo. Pero no olvidemos que en su primer capítulo nos hablaba de una beluga en un acuario, hoy en día.

Y es que hoy seguimos encerrando a nuestros semejantes, los seguimos contemplando entre barrotes o a través de cristales. Los seguimos intercambiando como cartas, incluso en aquellas ciudades que se hacen llamar amigas de los animales.

Que el libro de Philip Hoare nos haga entender la inmensa crueldad de la ambición humana. Más inmensa y oscura, que cualquier océano.

Reformulemos ahora la pregunta de Thoreau: ¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor de las piruetas y los saltos de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?  

Sílvia Esteve

El Ayuntamiento de Barcelona aprueba cerrar el delfinario de Barcelona

Adiós al delfinario de Barcelona. Según ha podido saber Animalados, el Ayuntamiento cerrará de manera definitiva el delfinario del zoo de la ciudad. El pacto ha sido suscrito por el gobierno municipal que configuran Barcelona En Comú y el PSC y cuenta con el respaldo de ERC y la CUP. Estas dos últimas formaciones de izquierdas han tenido un papel más que relevante en la decisión adoptada. El gobierno municipal tenía tres opciones: construir piscinas nuevas que se adecuaran a la normativa, ceder los delfines a algún delfinario europeo o transferirlos a un santuario para cetáceos y todo indica que se ha decantado por esta última opción sin hacerlo explícito claramente pues está en vías de análisis y decisión. Después de ganar las elecciones, la alcaldesa Ada Colau ordenó suspender la ampliación de las instalaciones que había previsto el anterior ejecutivo, que hubiera costado 15 millones de euros, y creó una comisión de trabajo para un Nuevo Modelo de Zoo para estudiar el futuro del delfinario y del Zoo situado en la Ciudadela. Parece claro que la clausura del delfinario era la opción más razonable y ha apostado desde un primer momento por buscar un lugar con todas las garantías donde puedan los cetáceos terminar sus vidas lejos de las precarias piscinas de hormigón.

Los cuatro delfines adultos que hay actualmente en el zoo, Anak, Azul, Tumay y Nuik serán trasladados a un Santuario. Lipsi, en Grecia, aparece como el más destacado de los posibles emplazamientos. Asimismo, los dos ejemplares jóvenes, Kuni y Leia, que se trasladaron hace unos meses al Oceanográfico de Valencia tras cerrar un acuerdo con esta institución volverán a Barcelona para ser trasladados posteriormente al Santuario elegido. Los estudios científicos han puesto de manifiesto que los simios y los cetáceos son los animales más inteligentes y sensibles después del hombre y estas características los convierten en los animales que más sufren en cautividad. «Los delfines necesitan nadar grandes distancias, relacionarse con el entorno, socializarse con su grupo original… y aquí sólo tienen agua y cemento», lamenta Míriam Martínez, veterinaria y miembro de la Fundación FAADA. La normativa europea ha acelerado el cierre del delfinario. Y es que la Asociación Europea de Mamíferos Marinos (EAMM) fija las condiciones mínimas que deben cumplir los delfinarios para obtener su reconocimiento y el de Barcelona no las supera por sus reducidas dimensiones. El plazo para conseguir el beneplácito de dicha asociación termina en septiembre de 2020, pero el Ayuntamiento ha decidido no ampliar las instalaciones que tenían un elevado coste por el impacto ambiental y cerrar el delfinario por el estrés que provocaba a los delfines y a otros animales del zoo. En contraposición a los diez millones de euros necesarios para reconstruir el delfinario, el traslado de los delfines a un santuario tendría un coste considerablemente inferior, de aproximadamente dos millones de euros, según los expertos.

La clausura del delfinario forma parte de la nueva orientación que quiere dar el ejecutivo al parque zoológico y que consiste en renunciar a la exhibición de algunas especies y potenciar el ámbito pedagógico, de conservación de especies locales y foráneas amenazadas. Las entidades animalistas como la veterana DEPANA con Marta Gumà al frente han presionado desde hace años a la administración para que cerrara el delfinario. La Fundación FAADA, por ejemplo, ha recogido firmas en internet para pedir el cierre del delfinario de Barcelona. También se ha movido la sociedad civil. Prueba de ello es la constitución de la plataforma estudiantil Freedolph, que en tan solo unas semanas consiguió miles de firmas para reclamar la clausura del delfinario por las graves secuelas físicas y psicológicas que padecen estos cetáceos al estar en cautiverio.

Freedolph reclama el cierre del delfinario del Zoo de Barcelona

Conseguir que los cuatro delfines que actualmente hay en el zoo de Barcelona sean trasladados a un santuario. Este es el objetivo de Freedolph, una plataforma estudiantil que se acaba de constituir y que ya cuenta con el apoyo de más de un millar de firmantes y de varias asociaciones de alumnos de universidades catalanas. El objetivo de la campaña es sumar el colectivo de estudiantes a esta demanda. La plataforma defiende la liberación del Anak, el Azul, el Tumay y el Nuik a un santuario para cetáceos, un espacio protegido de costa que les permite volver a su hábitat natural, así como seguir siendo atendidos por profesionales. El Ayuntamiento de Barcelona dispone de poco más de un mes para decidir el futuro de los cuatro delfines que se encuentran en cautiverio en el delfinario del zoo. Esta instalación no cumple la normativa europea en cuanto a dimensiones y el gobierno municipal tiene tres opciones: construir piscinas nuevas que se adecuen a la normativa, ceder los delfines en algún delfinario europeo o transferirlos a un santuario para cetáceos.

Esta última opción, la defendida por Freedolph, no sólo es la más económica, sino que además es viable. En contraposición a los diez millones de euros necesarios para reconstruir el delfinario, el traslado de los delfines a un santuario tendría un coste considerablemente inferior, de aproximadamente dos millones de euros, según los expertos. Esta es una opción, por otra parte, perfectamente viable como lo demuestran los diversos proyectos de construcción de santuarios en marcha, como el de la isla de Lipsi (Grecia), que se finalizará en la primavera de 2017, así como el de Baltimore (EEUU), que abrirá en 2020. Esta es la solución más ética porque enfocada a mejorar las condiciones de vida de los delfines, unos animales muy sensibles que sufren especialmente los efectos de estar en cautiverio, que les causa secuelas físicas y psicológicas muy graves.