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Descubre las 7 verdades de Ecologistas en Acción sobre el impacto de la caza

La caza es uno de los temas de actualidad en España. Existen muchas discrepancias en la sociedad sobre la necesidad de existencia de esta actividad. Los que están a favor de ella, defienden que la actividad cinegética es una tradición del país, que los cazadores invierten dinero para mantener la naturaleza, que concede muchos puestos de trabajo en las poblaciones rurales y que es el tercer deporte con más licencias federativas en el territorio español.

Para otros muchos, la caza es una actividad que consiste en matar animales ya sea por negocio o por diversión. La realidad acerca de la actividad cinegética es muy diferente a la que nos quieren mostrar los defensores de la caza. Por este motivo, Ecologistas en Acción ha elaborado un informe en el que desenmascara las verdades ocultas tras la buena imagen que pretenden transmitir. Dicho informe, recibe el nombre de “7 verdades sobre el impacto de la caza en España”.

La caza consiste en matar animales por diversión o negocio

La primera verdad que expone el informe de Ecologistas en Acción habla acerca de la finalidad de la caza en los tiempos actuales. Si bien es cierto que hace ya varias décadas la actividad cinegética era un medio de subsistencia, hace muchos años que su empleo se basa en cuestiones de diversión o negocio.

Cuando hablamos de diversión hacemos referencia a lo que los cazadores llaman deporte. Pero tal y como dice el informe, es una práctica que prima exhibir el mayor número de piezas cobradas y los mejores trofeos.

En el apartado económico, es cierto que cada vez hay menos cazadores, pero el lobby que conforma la caza es muy sólido. El informe detalla que no existen estudios oficiales completos sobre el volumen de dinero que mueve esta actividad. La única revisión completa es de iniciativa privada (Fundación FAES 2007) que cifra los beneficios en más de 2.750 millones de euro.

La caza no es compatible con la conservación de la biodiversidad

Esta es una de las grandes mentiras que defienden los seguidores de la caza, y así lo demuestra el informe. Según las estadísticas oficiales (MAGRAMA 2013 y datos propios) mueren cada año del orden de 25 millones de animales a causa de la actividad cinegética.

Hay que tener en cuenta que la caza no tiene pausa. Existen algunas reglas que acotan espacios y tiempos concretos para esta actividad, pero la realidad es que, ante la falta de control y de normativas sólidas, la caza tiene lugar a lo largo de todo el año y en prácticamente todos los lugares que quiera el cazador. Parques nacionales como los de Cabañeros y Monfragüe sufren la caza durante todo el año a pesar de que la actividad está considerada incompatible con la conservación de estos ecosistemas.

Por otro lado, hay que destacar como la caza amenaza a los animales que están en peligro de extinción. Prácticas propias de la actividad cinegética, como el uso de venenos o el disparo directo, amenaza la supervivencia de especies como el oso pardo o el lince ibérico.

La caza convierte los cotos en granjas intensivas y en campos de tiro

El informe explica que la caza cada vez se centra en más animales criados en granjas y liberados en los cotos para su captura inmediata. Según Ecologistas en Acción, la actividad intensiva y comercial, supone graves desequilibrios en los ecosistemas desplazando y dañando a las poblaciones autóctonas.

Un ejemplo claro es el de la perdiz, cuya caza se ha intensificado en los cotos a lo largo de los últimos años. La intensificación de la caza de estos animales está asociada a la aparición de efectos muy nocivos sobre nuestra biodiversidad tales como la introducción de híbridos de perdiz autóctona con chukar que contaminan genéticamente y desplazan a los ejemplares autóctonos.

La caza no sirve para gestionar la fauna ni para controlar sobrepoblaciones

La mayoría de los cazadores defienden su actividad bajo el argumento del control de sobrepoblaciones como la del jabalí o la del conejo, entre otras. El informe demuestra que esto no es así. En una sentencia del Tribunal Supremo se detalló que está en la naturaleza de las cosas que la caza y  la pesca, lejos de servir a los fines de erradicación de las especies catalogadas como exóticas o invasoras, más bien determinan su mantenimiento indefinido, cuando no la agravación, del status quo actual, dificultando o haciendo imposible su erradicación, que es un objetivo inequívoco de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.

La caza limita los derechos de la mayoría de los ciudadanos

La Constitución Española reconoce el derecho a todas las personas al disfrute del medio ambiente. Sin embargo, las consecuencias de la caza son muchas sobre el bienestar del medio ambiente. El informe recoge algunas de las numerosas situaciones que ya han denunciado todo tipo de colectivos y entidades y que atentan al derecho de disfrute.  Las denuncias afectan al corte de caminos públicos, cauces o de vías pecuarias, a permitir que la caza sea aprovechamiento preferente en montes públicos e incluso en espacios protegidos o al intento de sancionar posibles molestias involuntarias a las especies de caza.

La caza no favorece el desarrollo rural, perjudica a otras muchas actividades

Ecologistas en Acción desenmascara otra de las grandes mentiras de la caza, el beneficio en el desarrollo rural. La realidad es que la actividad cinegética, más que favorecer, puede causar muchas molestias sobre cualquier actividad pública realizada por no cazadores. Actividades como el senderismo o la fotografía se ven afectadas por la caza.

Además, el informe comparte un estudio publicado sobre los montes andaluces en el que se explica que las actividades de autoconsumo ambiental, uso recreativo y conservación de la biodiversidad amenazada son más rentables que la caza en términos económicos”. Por tanto, la actividad cinegética es minoritaria en la contribución al desarrollo.

La caza no solo mata, también maltrata

La última verdad que desvela el informe sobre la caza explica una evidencia de cómo esta actividad no respeta los principios más elementales del bienestar animal. Uno de los animales más castigados por la actividad cinegética son los galgos. Unos 50.000 galgos son abandonados al finalizar la temporada de caza, otro muchos, directamente son asesinados con escalofriantes métodos como el ahorco o lanzados a un pozo.

Por último, Ecologistas en Acción explican como la mayor parte de las normativas cinegéticas consideran a los perros y gatos abandonados objeto de captura por parte de los cazadores mediante disparo o trampas. Una barbaridad que demuestra la falta de escrúpulos por parte de los aficionados a esta actividad.

Aquí puedes leer el informe de “7 verdades sobre el impacto de la caza en España”: https://www.ecologistasenaccion.org/33187/