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¿Es necesario bañar a tu perro? ¿Cómo hay que hacerlo? ¡Te lo explicamos!

Te explicamos los mejores consejos y trucos para bañar a tu perro.

El momento más adecuado para bañar a tu perro por primera vez depende de su raza y tamaño. En general, se recomienda esperar a que el cachorro tenga al menos 8 semanas de vida. En esta edad, el sistema inmune del animal está más desarrollado y podrá soportar mejor los cambios de temperatura y el estrés.

¿Pero… realmente es necesario bañar a nuestro perro?

Los perros no necesitan baños frecuentes como los humanos. De hecho, bañarlos más veces de la cuenta puede eliminar los aceites naturales de su piel, causando sequedad e irritación. La frecuencia ideal depende de factores como el tipo de pelo, la actividad y el entorno del perro. Para la mayoría de los perros, un baño cada 1-3 meses es suficiente, aunque los perros con pelo largo o con problemas de pelo pueden necesitar baños más frecuentes.

¿Como debo baño a mi perro?

Preparación: antes de comenzar, asegúrate de disponer de todo lo necesario a mano: champú específico para perros, una toalla grande, una alfombra antideslizante para la bañera o ducha, y un cepillo.

Cepillado: cepilla a tu perro antes bañarlo para eliminar los pelos sueltos y los nudos. Esto facilitará el baño y evitará que los nudos se hagan más grandes cuando estén mojados.

Temperatura del agua: asegúrate de que el agua esté tibia, ni muy caliente ni muy fría.

Champú: Utiliza un champú específico para perros. Los champús para humanos pueden ser demasiado agresivos para su piel. Comienza mojando completamente el pelo de tu perro y aplica el champú, evitando los ojos y las orejas. Hazle masajes suaves hasta lograr una buena espuma.

Enjuague: Enjuaga bien el perro para asegurarte que no queden restos del champú, ya que pueden irritar la piel.

Secado: Seca a tu perro con una toalla y, si es necesario, utiliza un secador a baja temperatura. Asegúrate de que el pelo esté completamente seco, especialmente en las razas con doble capa de pelo, para evitar así problemas de piel.

Aunque es muy tentador perfumar a tu perro para darle una olor agradable, es mejor evitarlo. Los perros tienen un sentido del olfato muy sensible y los perfumes pueden resultar molestos e incluso perjudiciales. Además, algunos productos pueden contener sustancias químicas que pueden irritar la piel del animal. Si quieres que tu perro huela bien, un baño regular con un buen champú específico para perros es suficiente.

¿Qué más hay que tener en cuenta?

Seguridad: asegúrate de que tu perro no se resbala en la bañera o en la ducha. Una toalla antideslizante es muy útil.

Tranquilidad: mantén una actitud calmada y tranquila. Los perros pueden detectar nuestra ansiedad y eso puede hacerlos sentir más nerviosos.

Premios: premia a tu perro durante y después del baño para que la experiencia sea positiva.

Salud: si notas cualquier cambio en la piel o en el pelo de tu perro después del baño, consulta el veterinario. Esto incluye enrojecimientos, picores o pérdida excesiva de pelo.

AMIC/Eva Remolina

Consejos para viajar con el gato en el coche

Los gatos no son muy amigos de los viajes, pero si no queda otra opción deberás seguir una serie de pautas que garanticen el máximo bienestar de estos animales

Los gatos son unos animales muy reacios a los desplazamientos. Los cambios de ubicación provocan en los felinos un estado de estrés y ansiedad causado por el abandono de aquellas zonas que se encuentran impregnadas con sus feromonas. No obstante, en diferentes situaciones, como pueden ser las vacaciones, los humanos nos vemos obligados a viajar con ellos en coche, toda una aventura que debe planificarse con antelación.

En general, los gatos no están acostumbrados a viajar en coche. Este tipo de desplazamientos generan un estado de estrés y nerviosismo sobre el animal que puede provocarle vómitos, diarrea y mareos. Ante esta situación, los veterinarios recomiendan dejar al animal en su residencia habitual si el viaje no supera las dos noches fuera de casa, así evitaremos un mal trago para felino.

Si la decisión ya está tomada y el gato viajará contigo en el coche, lo primero que debes hacer es visitar a tu veterinario habitual. Nadie mejor que un experto en bienestar animal sabrá informarte sobre los mejores consejos para el bienestar del felino. Eso sí, hay una serie de pautas básicas en las que coinciden los expertos con los que ha hablado Animalados y que deberás cumplir para que el desplazamiento sea lo menos desagradable posible:

-Utiliza un transportín adecuado. El gato debe sentirse lo más cómodo posible durante el desplazamiento. Para ello, el transportín tiene que estar limpio y tiene que ser lo más rígido y espacioso posible. Para evitar problemas con la entrada del animal al interior del transportín puedes colocar algún juguete, toalla o manta que esté impregnada con las feromonas del felino.

-Ubica correctamente el transportín. Para un viaje seguro y confortable el transportín podrá ubicarse en el suelo detrás de los asientos delanteros o también podrá colocarse en los asientos de atrás, siempre bien atado con el cinturón de seguridad. Lo más importante es que el transportín quede bien sujeto en cualquiera de estas dos zonas, así evitaremos movimientos bruscos y mareos.

-Evita dar comida al animal. Para evitar vómitos y diarreas durante el trayecto es importante que el gato no haya comido durante las 4 horas previas al inicio del desplazamiento. Durante el viaje es también importante que el felino no ingiera alimentos. Tan solo podrá beber agua si el propio animal lo desea.

-Utiliza feromonas antiestrés. Los veterinarios recomiendan estos espráis para reducir la ansiedad durante el trayecto. Las feromonas antiestrés reproducen olores familiares del felino y de su territorio habitual. Para su correcto uso deberás impregnarse el transportín y la parte del coche en la que se ubique el animal con este espray unos 20 minutos antes del acomodo del gato en el vehículo.

-Acondiciona el coche para su bienestar. Es importante que el gato disponga de una temperatura adecuada durante el desplazamiento, especialmente cuando el viaje se produce durante los meses más calurosos del año. En estos casos lo recomendable es poner el aire acondicionado unos minutos antes de subirse al vehículo. También es importante procurar no poner la música o la radio muy alta. Esto podría aumentar el estado de nerviosismo del gato.

-Interactúa con el felino. Durante el trayecto es muy probable que el animal maúlle como muestra de su malestar y estrés. Para intentar hacer que su desplazamiento sea más ameno intenta hablar y acariciar al animal en la medida de lo posible. De esta manera, el felino percibirá normalidad en su entorno y podrá relajar su estado de nerviosismo.

-Realiza paradas cada dos horas. Igual que sucede con las personas, los animales también necesitan descansar del movimiento del coche. Para ello, intenta realizar una parada cada dos horas. Durante las pausas procura estar cerca del animal y mantén el vehículo con una temperatura adecuada para su bienestar. Es muy importante no dejar al animal solo dentro del coche durante los meses más calurosos del año. Esta situación podría provocarle un golpe de calor y sus consecuentes problemas de salud.

Consejos para una buena convivencia entre un perro y un gato

Una buena convivencia entre un perro y un gato es posible, pero el tiempo y la paciencia son claves para construir una relación sólida entre estos dos animales.

La convivencia entre perros y gatos puede ser un desafío, ya que estos dos especies tienen instintos y comportamientos naturales diferentes. Sin embargo, con paciencia, dedicación y algunos consejos claves, es posible conseguir una convivencia en harmonía entre estos adorables compañeros de cuatro patas:

Introducción gradual: introduce a los animales de manera gradual y controlada. Permite que se huelan y que se vean antes de permitir el contacto directo entre ellos. Utiliza barreras visuales, por ejemplo, puertas entreabiertas, para que se acostumbren a la presencia del otro.

Espacios separados: al principio proporciona áreas separadas para cada animal. A través de esta acción permitirás que cada uno de ellos se sienta seguro en su propio territorio antes de compartirlo con el otro.

Supervisión constante: supervisa las interacciones iniciales desde cerca para intervenir ante posibles momentos de tensión. Controla las expresiones corporales de los animales para tratar de comprender cómo se sienten.

Refuerzo positivo: utiliza la técnica del refuerzo positivo para premiar en todo momento el buen comportamiento de los animales. Dales chuches y comparte elogios cuando quieras reforzar el buen comportamiento.

Atención individual: dedica tiempo individual a cada uno de los animales. Esta acción permitirá que ninguno de los animales se sienta amenazado y que ambos obtengan la atención necesaria.

Igualdad de recursos: asegúrate de que haya suficientes recursos para los dos animales, por ejemplo, platos de comida, bebederos, juguetes, camas para descansar, etc. Es importante evitar la competencia innecesaria por algún recurso.

Establece rutinas: marca una rutina regular para la alimentación y el juego de cada uno. Las rutinas proporcionan seguridad en los animales y, consecuentemente, puede ayudar a reducir el estrés del perros o del gato.

Adaptación gradual de los olores: intercambia objetos que tengan el olor del otro animal entre ellos para que se acostumbren a su olores de manera gradual.

Consulta con un experto: si a pesar de cumplir todos estos consejos te enfrentas de manera constante a desafíos significativos y momentos de tensión, no lo dudes y busca la orientación de un veterinario o de un especialista en conducta animal.

Recordemos que cada animal es único y tiene sus características singulares, por tanto, es importante ajustar estas pautas según las necesidades específicas de cada uno. Recuerda que el tiempo y la paciencia son clave para construir una relación sólida entre los perros y los gatos.

Fuente: Tot Sant Cugat/AMIC

¡Cuidado si tu perro mastica o ingiere este objeto tan común en nuestros hogares!

La ingestión de pilas puede ser muy peligroso para los perros por diferentes motivos, entre ellos, la alta toxicidad de los materiales que las componen.

De sobras es conocida la costumbre de muchos perros de llevarse a la boca todo objeto o material que se encuentre por su camino. Sin embargo, como personas responsables del bienestar y cuidado de nuestros peludos hemos de estar atentos a qué cosas mastica o trata de ingerir para evitar así una experiencia desagradable.

En este sentido, uno de los objectos más peligrosos que existe en nuestros hogares y que está al alcance de nuestros perros son las pilas. Este elemento, cada vez más en desuso como consecuencia de la aparición de las baterías, los podemos encontrar en los mandos de la TV, en radios, linternas… y también en los collares luminosos o LED, unos collares que cada vez son más populares entre la comunidad canina.

La ingestión de pilas (de botón, alargadas o en cualquiera de sus formatos y formas) puede ser extremadamente peligrosa y potencialmente fatal para un perro. A continuación, te presentamos algunas razones por las cuelas estos objetos pueden presentar un riesgo para el animal:

Materiales tóxicos: estos objetos contienen materiales altamente tóxicos, como ácidos corrosivos y metales pesados como el mercurio, el plomo y el cadmio. Cuando una pila se daña o se ingiere, estos materiales pueden filtrarse y causar daño a los tejidos internos del cuerpo del perro.

Quemaduras químicas: la ingestión de una pila puede provocar quemaduras químicas graves en la boca, la garganta, el esófago y el estómago del perro. Esto puede generar un dolor intenso, inflamación y daño tisular, lo que puede requerir atención veterinaria urgente.

Obstrucción intestinal: las pilas son objetos sólidos que pueden quedar atrapados en el tracto digestivo del perro, causando obstrucción intestinal. Este contratiempo puede provocar síntomas graves como vómitos, dolor abdominal, falta de apetito y letargo, lo que puede requerir cirugía para su extracción.

Toxicidad por metales: los metales pesados presentes en las pilas, como el mercurio, el plomo y el cadmio pueden provocar toxicidad sistémica en el cuerpo del perro si se ingieren en cantidades suficientes. Esto puede causar una variedad de síntomas que van desde náuseas y vómitos hasta daño neurológico y fallo orgánico.

Reacción alcalina: algunas pilas contienen sustancias alcalinas que pueden liberarse cuando se ingieren y causar una reacción química que produce gas hidrógeno. Esto puede provocar hinchazón del estómago y riesgo de perforación gastrointestinal, lo que constituye una emergencia médica grave.

¿Qué hacer si tu perro ha ingerido una pila?

En caso de ingestión o sospecha de ingestión de una pila por parte de un perro es crucial buscar atención veterinaria de inmediato. Nunca se debe intentar hacer que el perro vomite en casa, ya que esto puede empeorar el problema. Por este motivo, es muy importante mantener las pilas y otros objetos pequeños fuera del alcance de los animales de compañía para evitar accidentes.

Diez consejos para recibir a un nuevo cachorro en casa

Los primeros momentos del cachorro en el nuevo hogar pueden ser momentos muy estresantes para él debido a la reciente separación de su madre y hermanos y puede hacer que se sienta desorientado y con miedo, por lo que debemos proporcionarle un ambiente agradable y tranquilo y tener en cuenta algunos consejos previos para que su adaptación sea la más satisfactoria posible.

Algunos de los aspectos que debemos tener en cuenta por lo tanto, son:

– Anticípate a los riesgos del hogar y retira de su campo de visión/acción todo aquello que pueda resultar peligroso, como pueden ser cables, productos químicos, herramientas, etc. También debemos vigilar de cerrar las escaleras o huecos en los que pueda quedar atrapado o haya peligro de caída. Piensa que un cachorro (sobre todo los primeros días), tiene tendencia a inspeccionar, oler, lamer y mordisquear todo lo que encuentra a su paso.

– Si el cachorro viene sucio, no lo bañes inmediatamente. Espera unos días hasta que le hayas tomado confianza y se sienta más tranquilo. Si es inevitable hacerlo pasar por la ducha, evita lavar la cabeza, es la zona del cuerpo que menos les gusta y no conviene que coja miedo al agua.

– Déjale a su ritmo. Es inevitable irle persiguiendo para ver donde, o qué hace, o llamarle constantemente por su nombre. Sin embargo, hay que saber que necesita su espacio y que no le gustará sentirse invadido o acorralado.

– Procura un puesto para dormir seguro y silencioso. En la cuna que le prepares, mete una mantita y algún juguete o peluche que pueda identificar como sede, para que le ayude sobre todo a dormir relajado. A veces, puede ayudar también, dejarle al lado un transportín abierto para que pueda utilizarlo a modo de refugio si lo considera necesario.

– Ten preparados también unos comederos y bebederos del tamaño del cachorro y procura que siempre haya agua disponible.

– Si deseas cambiarle de alimentación (en caso de que esté tomando ya alimento sólido), hazlo despacio. Los primeros días mezcla su con el nuevo, y ve incrementando la cantidad del nuevo cada día, hasta que puedas retirar el antiguo por completo. Ten además en cuenta, que los cachorros suelen comer más a menudo que los perros adultos: entre cuatro y cinco veces al día. Eso sí, en pequeñas cantidades.

– Si aún toma leche, no utilices leche entera de vaca. Mejor que sea leche artificial específica para ellos.

– En las noches si llora, aunque te cueste, ignoralo, porque de no hacerlo, le estarás enseñando a reclamar tu atención de esta manera. Verás que a medida que pasan los días, cada vez llorará menos hasta que llegue a acostumbrarse.

– Si es un perro al que deberás dejar solo, acostúmbralo de manera gradual. Un día un rato, al cabo de la semana una hora, y así sucesivamente. Ayúdate en los primeros días si es necesario de familiares o personas conocidas si tú no puedes estar con él en casa.

– Establece rutinas de paseos, comidas y juegos.

– Llévalo lo antes posible a un veterinario, para que te haga una primera revisión y establezca ya las pautas de vacunación e instalación del chip cuando sea posible. Este profesional además, te resolverá todas las dudas que tengas en cuanto a su alimentación, hábitos y cuidados necesarios.

Fuente: AMIC/Eva Remolina