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Los nuevos urinarios para perros de Barcelona son capaces de convertir la orina en fertilizante

«La idea surgió después de que un señor me recriminara que mi perro hiciera pipí en un árbol»

Un inventor por la fuerza. Nico Jardín, la persona que hay detrás de Urban Dog, la empresa que fabrica los urinarios para perros que se instalarán en la playa de Levante de Barcelona, ​​es un animalista, vecino de Sant Joan Despí que hacía tiempo que estaba preocupado por cómo los perros ensucian la ciudad. «Hay que reconocerlo: los dueños de los perros somos el colectivo que más ensuciamos», afirma. Como hacen tantos otros dueños de perros, Nico Jardín intentaba que su mejor amigo, Pluto, no hiciera pis ni en las puertas de los comercios, ni en las fachadas de los edificios ni en las ruedas de los coches y lo motivaba para que orinara en los árboles. Incluso tomaba la precaución de ir cambiando de árbol, para evitar que no se acumulara demasiado orina y terminara dañando el árbol. Pero una tarde, un vecino le recriminó que su perro hiciera pipí en un árbol. «Ese día estuve toda la noche dándole vueltas a la cabeza», recuerda. Se encontró que, a pesar de su buena intención, no había ni un solo espacio en toda la ciudad donde su perro pudiera hacer sus necesidades.

Después de una noche en blanco, decidió crear una instalación, que tenía arena en la base, para conseguir que los perros hicieran allí sus necesidades. El prototipo se puso a prueba en la Protectora de Animales de Mataró. El ensayo funcionó bastante bien, ya que los perros preferían hacer sus necesidades en ese nuevo invento que en cualquier otro lugar. Pero al cabo de los días la arena olía muy mal. Más adelante, cuando todavía le daba vueltas a su proyecto, vio como unos jardineros de Sant Joan Despí (Barcelona) podaban unos árboles y les preguntó qué harían con la vegetación sobrante. «Me dijeron que la tiraban y se me ocurrió una idea», explica. Después de hacer diferentes analíticas comprobó que el pipí se impregnaba en los restos vegetales que, después de absorber el nitrógeno de la orina, se convertían en abono. Con esta certeza volvió a diseñar su invento, ahora añadiendo restos vegetales en la base, en lugar de arena. Patentó la idea y se puso en contacto con la empresa Ado para comercializar el producto. Y ahora, después de haber invertido todos sus ahorros dice orgulloso: «Los dueños de los perros, en vez de ensuciar, generamos fertilizante».

Su empresa, Urban Dog Nature, ya tiene acuerdos firmados con ayuntamientos catalanes como el de Llagostera, Vilassar de Mar, La Palma de Cervelló, Selva del Camp, El Papiol y también con algún municipio del País Vasco. La instalación permite la inserción de publicidad, por lo que si los ayuntamientos encuentran algún anunciante interesado, les puede salir gratis. «El Ayuntamiento de Sant Joan Despí gasta cada año unos 36.000 euros con la recuperación de mobiliario urbano, una parte del cual se ha dañado por culpa del pis de los perros», dice.

Una vez instalados los urinarios, basta cambiar los restos vegetales cada mes y medio en verano y cada tres meses en invierno. Aunque el invento reduce la afectación de los perros en la ciudad, Jardí lanza una reflexión: «Cada vez hay más gente con perro en la ciudad y creo que ya se ha roto el equilibrio».

Este invento, sin embargo, no hace milagros: «Las personas que no recogen las cacas de los perros no tienen nada que ver con todo esto. Son incívicos y basta. Yo sólo quería encontrar una solución para las personas cívicas «, explica.