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Fallece Anak, la delfina más longeva del Zoo de Barcelona

El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado en la mañana del jueves la muerte Anak, el ejemplar de delfín más viejo de la ciudad. Los veterinarios del parque temático detectaron la semana pasada una enfermedad de posible origen vírico en los cuatro delfines que habitaban hasta el momento en el complejo. Los tres animales restantes evolucionan favorablemente al tratamiento recibido. Anak, la única hembra del grupo, falleció el miércoles por la noche tras no superar las dolencias del virus.

Según informa el Ayuntamiento de Barcelona, la delfina fallecida, que tenía 34 años, recibía tratamiento y contaba con la continua vigilancia de los servicios sanitarios del acuario del parque. Existieron varios intentos de reanimación por parte de los expertos del zoo y también por parte de médicos especializados en enfermedades cetáceas, pero finalmente la delfina no pudo mantenerse con vida.

Anak llegó a Barcelona a finales del año 1990, cuando el animal tan sólo tenía 5 años de edad. A lo largo de sus 34 años de vida, la delfina ha dado a luz a cuatros crías, dos machos y dos hembras. El menor de sus hijos, llamado Nuik, se mantiene en la misma piscina que vivía hasta ahora su madre, los otros tres, fueron trasladados a otros lugares.

Cabe recordar que en diciembre de 2016, Janet Sanz, teniente de alcalde de Ecología, anunció el cierre definitivo del delfinario del Zoo de Barcelona y la prohibición de los espectáculos con delfines. La alcaldesa Ada Colau paralizó así la  reconstrucción que se había pactado en el gobierno anterior de Xavier Trias.

Tras el cierre del delfinario del Zoo de Barcelona, el siguiente paso a dar era la búsqueda de un nuevo destino para los animales. Anak, y los machos Blau, Nuik y Tuma seguirían sus vidas en un santuario, un lugar en el que permanecer de manera segura y semilibre. La realidad es que han pasado tres años y los mamíferos han permanecido en un delfinario cuyas instalaciones y mantenimiento han ido deteriorándose con el paso del tiempo.

La muerte de Anak ha provocado muchas reacciones. Jordi Coronas y Jordi Martí, portavoces de ERC y JxCAT en Barcelona, han pedido a la alcaldesa de Barcelona que “acelere los trámites para trasladar a los otros tres delfines que restan en las instalaciones del delfinario”. Jordi Martí, ha sido más contundente en sus declaraciones y ha recordado que “el traslado de los animales a un santuario era una tarea pendiente del anterior mandato municipal”.

El comité de empresa del parque temático también se ha manifestado tras la muerte de la delfina más longeva del Zoo de Barcelona. La organización, a través de su cuenta de Twitter, ha criticado la gestión del Ayuntamiento tras “no haber podido garantizar un final digno para uno de los animales más queridos de la ciudad”.

El verdadero sentido de las ballenas

«¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor del aceite y de las barbas de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?» se preguntaba H.D. Thoreau en 1864. Más de 140 años más tarde, Philip Hoare se hace la misma pregunta. Este periodista inglés, amante de la música, la literatura y el mar, nos regala con su Leviatán o la ballena (Ático de los Libros, 2009) una magnífica obra nacida de su amor por los océanos y aquellos que los habitan.

En este tesoro literario acompañaremos a Hoare en su aventura personal de descubrimiento sobre el mundo de las ballenas. Un viaje que explora tanto el rastro literario como la cruda realidad de estos magníficos animales.

Moby Dick, obra de Herman Melville, será el eje central de Leviatán: Hoare investigará la vida del escritor, desde sus experiencias como ballenero hasta las relaciones con otros escritores de la época, como Nathaniel Hawthorne. Y a la vez, se hará a la mar e irá en busca de las ballenas que tanto fascinaron a artistas y científicos.

Una obra que  hibrida poesía y ciencia, escrita desde el corazón, desde la immensa angustia de saber que se pertenece a esa especie, los humanos, que en el transcurso de un siglo acabaron con la vida de más de un millón y medio de rorcuales, en busca de su aceite, de su carne, de sus barbas.

Las ballenas, esos grandes seres casi mitológicos, fueron, y aún siguen siendo, perseguidas, asesinadas, arponeadas con crueldad; víctimas del mundo avaricioso e inhumano que empezaba a las orillas del suyo.

El hombre contra la bestia. Pero, ¿quién es aquí la bestia? Estas «personas» con aletas eran acorraladas con sus familias, separadas madres de crías, arponeadas sin descanso, perseguidas hasta los confines de los océanos… Y ¿para qué? para poder encender la luz de las grandes ciudades. Hoare nos explica cómo el aceite de ballena era el combustible que permitió la iluminación de las grandes metrópolis. Luces en la ciudad, pero oscuridad en el alma.

A través del retrato de los protagonistas de la época, el escritor nos relata cómo la mejora en las técnicas de navegación, el crecimiento de las urbes, y las ansias industriales del siglo XIX, que ha sustituido a Dios para poner en su lugar a un hombre de hierro, arrasan con el mundo natural.

El gran enemigo: lo salvaje. El gran miedo: la libertad. Un mundo moderno que dice querer liberarse de la cadenas del pasado, de las creencias y mitos antiguos, pero que mira lo desconocido a través de las rejas de las jaulas, a través de los cristales de los acuarios. Cristales como los que vieron morir a una de las primeras belugas mantenidas en cautividad en Londres, un animal secuestrado y exhibido que se suicidó nadando a toda velocidad contra los muros de su pecera en 1877.

El autor nos muestra cómo la ciencia trajo consigo nuevos avances, nuevos conocimientos, pero también nuevos tiranos. Aunque también nos habla de la resistencia. Dos grandes nombres, Darwin y Thoreau, sienten y presienten, comprueban y entienden, que este mundo no es «del» hombre, ni «para» el hombre.

La interacción, la interrelación, la evolución entendida no como jerarquía, sino como conexión, son las claves de la nueva mirada a lo que nos rodea.

El tiempo avanza. Los tiempos cambian. Las sensibilidades se reconvierten. Hoare nos ha embarcado en su navío del recuerdo. Pero no olvidemos que en su primer capítulo nos hablaba de una beluga en un acuario, hoy en día.

Y es que hoy seguimos encerrando a nuestros semejantes, los seguimos contemplando entre barrotes o a través de cristales. Los seguimos intercambiando como cartas, incluso en aquellas ciudades que se hacen llamar amigas de los animales.

Que el libro de Philip Hoare nos haga entender la inmensa crueldad de la ambición humana. Más inmensa y oscura, que cualquier océano.

Reformulemos ahora la pregunta de Thoreau: ¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor de las piruetas y los saltos de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?  

Sílvia Esteve