Atando al viento. Reflexión sobre la 3ª edición de El Venadito

“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría que es de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual escarabajos de cristal negro”

Juan Ramón Jiménez Platero y yo

Los ojos. Esos ojos que nos miran, pero a los que pocos hemos mirado.
Esos ojos que nos dicen basta, ya no más, déjame correr libre.
Esos ojos que en silencio gritan.
A esos ojos es a los que el equipo de El Venadito ha mirado, ha comprendido y en esta 3ª edición de la bienal hemos querido dar luz.

Montserrat Pérez, creadora del espacio siNesTesia, y comisaria de la exposición, nos vuelve a traer una nueva edición de la muestra con los équidos como protagonistas.
Hasta el 31 de enero el Museu de Ciències Naturals de Granollers exhibirá 50 obras, hechas por artistas de manera altruista, que nos harán repensar nuestra relación con este tan maltratado animal.

En palabras de su comisaria, el caballo, más bien dicho, el maltrato hacia el caballo, tiene su conflicto en el uso.
Usamos a los caballos. Para montar, llevar cargas, hacer exhibiciones… Los usamos y cuando ya no sirven, los desechamos.

Hace 10 años, en una entrevista que hice, me dieron un dato que me horrorizó: 70.000 caballos se enviaban anualmente al matadero cuando ya no servían.
Cuando ya no Nos servían.

Su belleza, su fuerza, su nobleza, han sido su peor enemigo. Pues el ser humano tiende a querer dominar todo aquello que lo supera.

Pusimos riendas al viento.

Pie a tierra. De tú a tú. Nadie por encima de nadie. Así es como debería ser nuestra relación.

Sin cuerdas de por medio. Vienes porque quieres. Sin pistas, ni circuitos, ni barreras. Sin fustas, ni espuelas, ni sillas de montar.

Pusimos montura al viento.

Te adornamos las crines y proclamamos tu posesión. Te sometimos. Clavando tus cascos al duro suelo.

Y olvidamos por completo quién eras, qué te gustaba, que querías hacer.

Encerramos al viento.

Yo te he montado, yo te he obligado a correr, yo te he puesto la brida y azuzado con la fusta.
Yo y tantos otros.
Y no te lo mereces. Al menos lo mínimo que te pueden conceder aquellos que todavía te montan es cuidarte bien y hasta el final.

Conozco muchos jinetes que adoran a sus caballos, que los miman y que participan activamente en rescates y ayudando a protectoras de équidos. Decir lo contrario sería mentir.
Pero a vosotros, jinetes, os animo a descender de la montura y a caminar a su lado.
Es mejor.

A los que no tengáis contacto con el mundo del caballo os invito a ir a los santuarios, como el de ADE y CYD, con los que la muestra colabora, y descubrir como son estos animales en verdad.
A conocer sus historias de supervivencia. La mayoría escritas, todavía, en su piel y en sus ojos.

Os invito a conocerles como caballos, no como a unicornios o pegasos. No son juguetes para niños ni retos para adolescentes. No son un deporte ni un transporte. No son objetos.

Pusimos riendas al viento.

Pero al viento no lo puedes atar.

Fotografías tomadas en la exposición

Autora artículo y fotos: Sílvia Esteve

Periodista y responsable de prensa de El Venadito

 

 

 

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