Aval legal al control de colonias felinas

Cuidar de los gatos de la calle para que cada vez haya menos, o incluso ninguno: ese es el objetivo de la gestión de colonias. Se capturan, se esterilizan y se retornan al punto de origen. Esto se conoce como CER. No es un capricho, es ciencia. La ley de protección y derechos de los animales, aprobada en el Congreso de los Diputados el jueves, consolida la obligatoriedad de la gestión ética de colonias en todo el estado español. A partir de ahora, cuidar apropiadamente de los gatos dejará de ser una actividad de riesgo, y quien, siga un buen protocolo higiénico, alimentario y de control con la población felina, lo tendrá más fácil que nunca. La administración local deberá coordinarse con profesionales de la veterinaria, comunidades de vecinos y entidades de protección felina para financiar, formarse, acreditar y hacer seguimiento de los programas de cuidado de las colonias felinas. Lo que muchas mujeres llevan haciendo hace décadas, se hace oficial, y por tanto se podrá documentar, medir y mejorar para beneficio de todos.

Se calcula que más de 100.000 personas atienden de alguna manera a los gatos que sin un programa CER malviven en la calle. La vida en la calle es dura para los gatos; de hecho, su esperanza de vida se sitúa en los seis años. Y no es tan sencillo como llevarlos a una casa, encerrarlos en una gran jaula o reubicarlos en otro lado. Los gatos nacidos en las calles necesitan permanecer en su territorio, libres y con sus congéneres, para estar sanos física y psíquicamente. Los gatos nacidos en un hogar familiar deben permanecer en él, y los responsables evitar su extravío. El abandono de un gato casero en la vía pública es un delito tipificado por el código penal. Abandonar un gato casero en la calle es condenarlo a morir por accidente, agresión o enfermedad.

La clave de la reducción de los gatos callejeros en términos veterinarios, económicos, medioambientales y éticos está en evitar el nacimiento de nuevas camadas. Los gatos comunitarios se capturan y, rápidamente se llevan a esterilizar en clínicas veterinarias competentes para ser liberados en pocas horas, porque toleran muy mal el confinamiento. Los gatos incluidos en un programa CER son fácilmente identificables por llevar una marca diagonal o en uve en la oreja. El aspecto, la actitud y el comportamiento de los gatos en colonias bien gestionadas suele ser excelente.

En las últimas publicaciones de FdCats, la entidad española referente en formación en gestión efectiva de gatos, hacen hincapié que muchas veces el fracaso del CER reside en que se ha realizado algo distinto a método propiamente dicho. Agnés Dufau la presidenta destaca: “No es lo mismo hacer una campaña que consiste en fotografiarse, anunciar a bombo y platillo que han destinado algún dinero a los gatos que hacer CER”. La gatera influencer conocida como @catadicta prosigue: “Hacer CER exige una metodología rigurosa, una planificación seria, una inversión ambiciosa, una monitorización de cada grupo y la esterilización de al menos el ochenta por ciento de los gatos de una colonia, antes de seguir con la siguiente, que debe ser siempre la contigua”. Y concluye. “Para conseguir una reducción del número de gatos de una forma ética solo funciona lo que los ingleses llaman TNR y aunque parezca caro resulta muy rentable a los ayuntamientos por la calidad de sus resultados”.

En Animalados hemos entrevistado también a Mercedes Vara de Córdoba que a través de FAPAC contribuyó a que su ciudad fuera premiada por su modelo de gestión.  Nos dice: “Es una buena noticia que se impulse para todo el país la mejor manera de hacer las cosas. No hacer nada con los gatos o capturarlos para encerrarlos y matarlos ya hace décadas que sabemos que no solo es caro y cruel, es que no funciona”. El desafío está ahora en divulgar las buenas prácticas conseguir que, además de esterilizar, se identifique a todos los gatos y que el abandono y la cría incontrolada. Todo esto queda recogido por la ley de bases que cada comunidad autónoma puede incorporar e incluso mejorar.

La controversia sobre el posible impacto de los gatos en la biodiversidad pierde fuerza ante la falta de evidencia científica. Los datos a los que se refieren algunos conservacionistas no son aplicables a nuestras latitudes, ni reflejan una depredación mayor de un 3-4%, ni se corresponde al comportamiento de gatos esterilizados y con alimentación altamente proteica. La legalidad de la gestión efectiva de los gatos permitirá la investigación de su impacto real en la fauna y la sustitución de las conjeturas por certezas.

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