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Tonucci: «En las escuelas tendría que haber una huerta y animales»

Francesco Tonucci (Fano, Las Marcas, 1940) atiende Animalados desde su residencia de Cervara di Pontremoli (Toscana) desde donde busca reposo en medio de la pandemia. Pero a pesar de la tranquilidad de su nueva vida, el famoso pedagogo no descansa. Tonucci sigue haciéndose preguntas sobre los niños, sobre la educación y sobre el contexto actual y con entrevistas como ésta sigue poniendo ideas sobre la mesa para seguir mejorando la educación de los más pequeños. El pedagogo italiano acaba de publicar su último libro que se titula ¿Puede un virus cambiar la escuela?, de la editorial Graó.

Los animales puede educar?

Siempre he dicho que hay cosas que educan por sí solas. Un huerto es una experiencia que educa porque hay que cuidarlo… Un animal educa mucho más porque hay que cuidarlo y además te da efecto, reconocimiento. Con lo cual, hay una relación. En Argentina, en una ocasión, visité una zona de un nivel económico muy bajo, en Rosario. Era un barrio con mucha miseria y con una tasa de criminalidad alta. Lo visité con el alcalde, Hermes Binner, y me contó que hicieron una intervención para dar terreno municipal a la gente del barrio para que hicieran un huerto. También les asesoraban sobre como debían hacerlo. Era importante porqué tenían que cuidarlo. Era como una forma de reeducación. Yo te doy una cosa que para ti será útil pero se tiene que cuidar. Y para personas que tienen una relación con la sociedad muy particular, es importante dirigirlos hacia cosas que necesitan cuidado. En un nivel más alto están los animales. El cuidado de los animales.

El respeto hacia los animales va en aumento…

Creo que muchas veces en una sociedad un poco deformada, los animales de casa van sustituyendo a los hijos. Conozco muchas familias que no tienen hijos pero tienen animales porque necesitan compañía. Esto me parece un nivel más bajo pero es evidente que la presencia de los animales y sobretodo los animales confiados a la responsabilidad de los niños, son elementos de gran valor educativo, si conseguimos que los niños se hagan cargo de verdad.

Los animales confiados a la responsabilidad de los niños son elementos de gran valor educativo

Como ha sido su relación con los animales?

Yo siempre he tenido relaciones muy directas con los animales. De pequeño trataba mucho con ellos… aunque a veces los había maltratado. Yo he conocido a los animales (moscas, lagartijas…) maltratándoles. Me avergüenzo de ello… pero fue el canal a partir del cual yo conocí al mundo animal, al que ahora respeto mucho. Hasta el punto que durante años he sido el responsable de un instituto sobre educación científica donde criábamos y cuidábamos animales que ofrecíamos a niños de primaria i secundaria… Recuerdo una experiencia que tuvo mucho éxito en la escuela romana que se llamaba El Animal Asqueroso. Y teníamos serpientes, sapos, insectos varios.. y cuando los niños venían podían tocarlos. Y es muy interesante que ningún niño o niña se negó tocar la serpiente.

Al principio quizás les daba un poco de miedo…

Si, pero solo al principio, sobretodo porque la persona que llevaba la serpiente era una chica muy simpática… y, al ser mujer todos los varones no podían ser menos y al mismo tiempo las niñas se sentían más tranquilas… Lo problemático fue que ninguna maestra tocó los animales.

Sin que se haya potenciado mucho desde la escuela o desde la administración, parece que tengamos ahora más sensibilidad hacia los animales. Es el cambio natural?

Si, pero hay otra lectura también. Cuando nosotros éramos pequeños teníamos total libertad de hacer lo que queríamos y lo que hacíamos los niños fuera de casa no era cosa de adultos. Yo que reflexiono mucho sobre el tema del juego, creo que el juego debe ser inútil y gratuito y donde los adultos no deben entrar. Es un tema de niños.

El juego no tiene porqué ser educativo…

No, porqué lo educativo tiene finalidades. El juego no tiene finalidades. Lamentablemente para los animales, ellos formaban parte de nuestros juegos. Hoy es mucho más raro porqué es raro encontrar animales. Cazar lagartijas era un arte y no era violento. Las cazábamos con un lazo que se hacía con un hilo de hierba larga. Era complejo de hacer! Y cuando se capturaba, el gusto era llevarla como un perrito un rato y después liberarla. Pero ahora un niño no puede encontrar lagartijas… si no está en el campo. Con lo cual todo ese contacto directo con la naturaleza y en especial con el mundo animal es muy difícil…

Deberíamos tener animales en las escuelas?

Si, la otra experiencia interesante es la presencia de animales en las escuelas y aquí se abre un tema muy complejo porque hoy por temas de salud hay mucho control y a menudo esta presencia está prohibida por las autoridades sanitarias. Pero es interesante notar las experiencias de Reggio Emilia, que podemos considerar de nivel muy alto. Según Newsweek eran las escuelas más bellas del mundo. En todas las escuelas infantiles de Reggio Emilia había una cabrita. Y la cabra era un protagonista en la escuela. Había centenares de dibujos sobre ella, esculturas de barro, de cerámica, historias, cuentos, ideas de como hacer una casita para la cabra o como darle compañía… era protagonista. Y yo siempre he pensado que en una escuela debería haber una huerta y animales. Siempre por el tema del cuidado y porque son laboratorios científicos verdaderos porque observar un animal o un planta es distinto que estudiar en un libro de texto lo que dicen del animal o a la planta.

Algunas escuelas han optado por no tener animales porqué temían que pudieran no estar a gusto con tantos niños…

Es probable. Siempre digo que pedimos a los animales una finalidad muy alta, porque si los niños conocieran animales de verdad (cuando los cuidan) van a querer y a respetar a los animales… Un animal que está en la escuela es objeto de atención, observación, llega a ser protagonista porque sobre él se inventan cuentos, poesías, pero hay que mimarlo, respetarlo… es un aprendizaje que también vale para los animales en casa pero es distinto porque en la escuela hay que hacerlo a nivel social, por turnos, con un ratio correcta.. y se deben elegir animales que sufran menos… Por ejemplo la escuela La Comarcal de Valencia, que está en el campo, tienen gallinas y conejos. Las cabritas de Reggio Emilia eran de una raza pequeña y todas las escuelas tenían su jardín… que la misma cabra mantenía limpio. Pero es difícil saber cuanto sufre un animal. Aunque esta duda sirve también para los animales en casa.

Quizás no es donde más disfrutan…

Es cierto que en las ciudades les damos muchos derechos pero no son los que han escogido ellos. Yo siempre citaba los hámsters porque era el ejemplo que había para comentar los espacios de juego que las ciudades ofrecen a los niños. Hay la opinión que los niños se divierten bajando por los toboganes y columpiándose… yo hablaba de niños hámsters… porque también hay quien cree que a los hámsters les gusta correr dentro de la rueda y estoy seguro que no les gusta nada. Un animal en una escuela estoy seguro que sería mucho más libre que en una casa. Y va a crear una serie de preguntas y necesidades que van a mejorar la escuela… es muy común encontrar escuelas que por razones de higiene y seguridad prefirieron asfaltar los patios. Ahora hay todo un tema ambiental muy fuerte de recuperar la tierra, pasa en Barcelona con las llamadas ‘superillas’. Si tenemos animales en la escuela también habrá la necesidad de tener tierra. Hablo de gallinas, conejos… la cabra ya es un personaje más importante, que tiene un gran valor porque asume un valor más protagonista.

Un animal en una escuela estoy seguro que sería mucho más libre que en una casa

Hay que sortear el problema de la legislación…

En Italia la legislación lo pone muy difícil, pero un responsable de escuelas infantiles de Turín me contaba que habló con el jefe de salud pública y le dijo: ‘Yo no pido el permiso de tener animales porqué como responsable del aspecto pedagógico digo que necesito tener animales. Pido que vosotros me digáis cómo. Qué obligaciones debo respetar: vacunas, veterinario cada cuando…’. La motivación primaria que él ponía era que tenía niños discapacitados y para ellos un animal puede ser muy importante. Por ejemplo, con niños autistas con dificultades de relación con otros niños muchas veces el animal asume el papel de mediador porque no exige nada. El niño autista tiene el problema de la reciprocidad: no quiere tener compromiso. Y el animal no pide nada a cambio. Los caballos forman parte de la terapia. También para estos casos la presencia de animales es muy importante. Yo creo que hay suficientes razones para pedir que nos digan qué tenemos que cumplir pero que no nos digan que no podemos tenerlos.

Usted visita muchos países, cree que este respeto animal también aumenta en todas partes?

Si, seguro. Ahora las motivaciones son muy distintas… en mi infancia no existían ni los vegetarianos ni mucho menos los veganos. No sé que relación hay pero son temas que vienen acompañados de la alarma ambiental por el daño que hemos hecho. Esto no existía hace unas decenas de años. No sé si no nos dábamos cuenta… La ruina ambiental ha crecido mucho en los últimos años y la propuesta que ahora surge de volver atrás es muy complicada. Recuperar la tierra en una ciudad es fascinante pero no es fácil, porque debería conjugarse con una reducción real y significativa de la presencia de los coches.

Qué lección podemos aprender de la pandemia y el confinamiento que vivimos?

Cuando en marzo empezó la tragedia se cerró todo. Todos en casa. Pero luego se vio que así de radical no era posible. Y se abrió la primera ventana para dejar salir a una persona por familia para ir a comprar a la tienda más cercana de casa. Luego dijeron que la información era importante así que dejaron abiertos los quioscos. Después salió el tema de los fumadores… también los estancos abrieron. Y luego se permitió sacar a los perros, ya que sus dueños tenían que cumplir con su responsabilidad. Y allí se cerraron las ventanas. No se previó que los niños necesitan jugar niños probablemente mucho más que ir a la escuela. En este caso, los gobiernos tenían que pedir a sus expertos no si podían salir, sino cómo podían salir.