Los perros toman la playa de Barcelona

«Yo no tengo perro pero ¿por qué debería cambiar de playa? Son animales, aquí pueden estar tranquilamente «, decía un bañista satisfecho

«Ya tocaba. Era un pequeño derecho que todavía faltaba por dar a los perros «, celebraba este martes Xavier Serés, un vecino de 30 años mientras Poncho parecía que buscara petróleo bajo la arena de la playa de Levante, en Barcelona. A primera hora de la tarde del día del estreno de la tan esperada playa, Poncho era de los pocos perros que se bañaba. «La verdad es que el mar hoy no acompaña», reconocía Serés. Las altas ondas obligaban a la Cruz Roja a hacer ondear la bandera amarilla.

La mayoría de bañistas intentaban, con poco éxito, motivar a sus perros para que superaran el miedo inicial y se bañaran con ellos retando así a las olas que querían boicotear el estreno. Los perros miraban preocupados como sus dueños se perdían en el mar y ladraban nerviosos sin saber cómo enfrentarse a aquel gigante salado. Y es que este martes era el primer día para todos: para los bañistas, para el Ayuntamiento de Barcelona y también para los perros. Tragar agua salada de una ola gigante impresiona. Especialmente la primera vez. Si la experiencia funciona, la playa de Levante continuará siendo para perros después del verano. La comisionada de Ecología de Barcelona, Eva Herrero, ha recordado esta mañana que el área para perros es una prueba piloto que podrá modificarse después de esta temporada y de ser evaluada con los vecinos. Funcionará hasta el 25 de septiembre.

En este sentido, Herrero ha recordado que cuando se modificó la ordenanza de animales en el anterior mandato, «hubo muchas opiniones contrarias», especialmente por permitir el acceso de perros en el Metro, pero la experiencia ha demostrado que los miedos eran injustificados.

«Esperamos que, con este tema, pase exactamente lo mismo», ha añadido Herrero y, para calmar las voces contrarias ha explicado que se trata de una porción ínfima del litoral de la ciudad, de cerca del 0,2% de la superficie total.

Mientras Herrero atendía a los curiosos periodistas desde el Ayuntamiento de Barcelona, la familia del Moisés Dumon intentaba hacer un baño con Tina y el Denver. «Los perros se lo han pasado muy bien… pero yo no creo que vuelva porque no hemos conseguido estar muy tranquilos y nos han llenado la toalla de arena continuamente”, lamentaba. A pocos metros, un bañista sin perro miraba el espectáculo. Daddi, un señor italiano que viene todas las tardes a esta playa desde hace diez años sea verano o invierno, sonreía tranquilo. «Yo no tengo perro pero ¿por qué debería cambiar de playa? Son animales, aquí pueden estar tranquilamente», decía satisfecho.

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