Aprovecha el teletrabajo para hacer ejercicios con el perro en casa

Practicar según qué juegos con los perros ayuda a que descarguen su «energía depredadora»

El teletrabajo y el confinamiento han provocado que pasemos muchas más horas en casa que antes. Y entre los grandes beneficiados de esta «nueva normalidad» están nuestros animales que pueden disfrutar mucho más de nuestra compañía. Con este artículo, os proponemos que aproveches estas horas y que hagas pequeñas sesiones de juegos que permitan, en el caso de los perros, utilizar su instinto para poder descargar su «energía depredadora», según el término utilizado por Jean Donaldson en El Coque de Culturas (KNS Ediciones), uno de nuestros libros de cabecera. Todos estos juegos, son «una excelente manera de desarrollar válvulas de escape de nuestro perro» y conseguir que esté después más tranquilo. De hecho, según Donaldson, «aplicar este tipo de estimulación regularmente es la primera línea de prevención y defensa contra los problemas de comportamiento».

El escondite.

Este ejercicio permite que el perro desarrolle su instinto de rastreo y es muy fácil conseguir resultados sorprendentes en muy poco tiempo. Consiste en esconder algún juguete del perro en algún rincón de una habitación y pedirle que lo encuentre. Para hacerlo, primero hay que jugar un rato con el perro y el juguete. Puede ser un lazo de tela, una pelota o lo que sea. Cuando ya hemos conseguido llamar su atención con ese objeto, vamos hacia una habitación y hacemos que el perro se siente en la puerta. Entramos dentro y, con la puerta cerrada sin que nos vea, escondemos el juguete en algún rincón. Las primeras veces es mejor ponérselo fácil y dejarlo un poco a la vista. Una vez escondido, abrimos la puerta y le pedimos que lo busque. «Busca, busca», le decimos. La mayoría de los perros ya están programados para comenzar a buscar el juguete. Si no funciona, le podemos dejar que huela la mano con la que hemos estado jugando antes con el juguete y automáticamente comenzará a buscar. Lo entenderá. Cuando lo encuentre, tenemos que felicitarle con energía (incluso exagerando un poco) y premiar con alguna galleta que le guste. Después lo hacemos salir de la habitación y volvemos a repetir el ejercicio. A las pocas series, sólo abrir la puerta, el perro ya comenzará a buscar el juguete de una manera sorprendente.

Tira y afloja

Son muchas las personas que desaconsejan totalmente jugar con el perro al tira y afloja, ya que consideran que puede fomentar la dominancia del perro. Pero Jean Donaldson tiene otro punto de vista: Jugar a estirar una cuerda o un lazo de ropa mientras el perro lo tiene entre los dientes no convierte al animal en un depredador porque ya lo es. Al contrario, todos los juegos que permitan que nuestro perro saque el depredador que lleva dentro son en realidad una válvula de escape para él. Además, cuando el animal tira fuerte con los dientes no está compitiendo con nosotros, está «cooperando contigo para matar la presa». Esta escena la hemos visto en mil reportajes, cuando los lobos tras cazar un animal lo estiran por las diferentes parte del cuerpo para podérselo comer. «Algunos miembros de la manada están sujetando el animal al mismo tiempo (…) y todos tiran como locos», dice Donaldson. Se trata pues de convertirnos en otro miembro de la manada y estirar el lazo con fuerza e irlo moviendo, tal como hacen los depredadores cuando tienen la presa entre los dientes. Evidentemente, es un ejercicio que tiene riesgo. Nos podemos llevar un mordisco sin querer. Hay que hacerlo con guantes y con mucha atención. Y los niños no lo pueden practicar. El juego termina cuando dices «deja» y el perro debe dejar caer el lazo. Esta parte hay que practicarla previamente, a base de dejar que coja objetos (no es necesario que sean las que más le gustan) y ordenarle que los deje. Cuando entregue lo que tenga en la boca hay que recompensarle con algún premio.

«Me atrevería a decir que esta cooperación para matar es una experiencia que fortalece los lazos entre los miembros de la manada, es una experiencia intensa y placentera que el perro asociará estrechamente contigo», concluye la autora.

 

La caña de pescar

De todos los juegos posibles, este es uno de los que más gusta a los perros. Se trata de atar una cuerda a uno de los extremos de un palo, que puede ser la rama de un árbol o el palo de una escoba, aunque si es flexible es más fácil. En el otro extremo de la cuerda atamos algún juguete, como si fuera una caña de pescar. En este ejercicio no es necesario preparar el perro ni confiar en que entienda el juego. El instinto del animal se encarga de que las instrucciones queden claras. Cada vez que muevas el palo y la cuerda haga oscilar el juguete, el animal verá una presa en movimiento. Enseguida intentará cazar juguete. Se puede mover el juguete a cierta altura, para provocar que el animal salte o se puede arrastrar por el suelo, como si fuera un conejo. El perro irá como un loco a cazarlo. Cuando la coja, costará que lo suelte, pero debe entender que hasta que no lo haga no se repetirá el ejercicio, por lo que, si tenemos paciencia, lo acabará entendiendo. Así que le diremos «deja, deja» y no vamos a jugar hasta que lo haya soltado.

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