¿Es buena idea jugar a tirarle la pelota al perro?

El juego de la pelota facilita que el perro esté más pendiente de nosotros y permite cansarle más fácilmente, pero también puede provocar obsesiones, lesiones y peleas con otros perros

Pelota, pelota, pelota. Cuesta encontrar un parque donde no haya alguien jugando a tirarle la pelota a su perro. En algunos parques, incluso, son todos los perros los que están pendientes de su pelota: ojos bien abiertos, orejas derechas, cuerpo en tensión y máxima concentración. Pelota, pelota, pelota. Ese objeto redondo está a punto de cobrar vida y el instinto animal es implacable. La obsesión llega a tal punto que ni siquiera se dan cuenta de que hay otros perros cerca de ellos. Solo ven la pelota en manos del dueño que en cualquier momento empezará a volar para acabar botando por el suelo como si fuera una presa. A veces, el lanzamiento se retrasa y la presión es tal que los perros ladran, insisten, reclaman su presa y entre ladridos repiten: pelota, pelota, pelota.

Pero, ¿es buena idea tirarle la pelota al perro? Muchos dueños de perros defienden que sí. La pelota permite que el animal pueda ir suelto y reduce el riesgo de que se escape o que se distraiga con otra cosa, porque mientras dura el juego sólo tiene ojos para la pelota. Además, el lanzamiento continuo del esférico ayuda a que el animal se mueva mucho y, por tanto, se canse. Sin embargo, entre los propios defensores del balón, algunos reconocen que están preocupados por la obsesión que embriaga al animal. Por la mañana cuando se levantan, cuando salen a caminar, cuando llegan a casa… sólo hay una cosa en la cabeza del perro: pelota, pelota, pelota.

Los expertos lo tienen bastante claro. La adiestradora de Essència Canina, Júlia Guiu, advierte que este juego puede generar unas consecuencias negativas como «la pérdida de la capacidad de comunicación con otros perros» o la incapacidad «de detener el juego por sí solo» o de disfrutar con cualquier otra actividad, pero avisa de que también puede provocar complicaciones físicas: «El juego de la pelota puede producir dolores y lesiones en las articulaciones como la cadera, los hombros y el cuello», ya que perseguir el esférico implica «saltos bruscos, paradas y malos gestos que son perjudiciales». Por todo ello Guiu, que además de educadora canina tiene un alojamiento para perros, avisa de que jugar a la pelota con el perro «no aporta nada bueno para la salud» del animal.

El adiestrador canino Mario Lanero tampoco es defensor del juego del balón ya que cree que puede hacer caer al perro en un «bucle obsesivo». El juego de la pelota, defiende, se puede practicar en casa para enseñarle al perro a buscarla y a devolverla obedeciendo las órdenes del dueño pero en el parque no es buena idea ya que, además, puede provocar peleas entre perros cuando uno de ellos coge una pelota que no es suya. Lanero avisa de que si el perro ladra insistentemente para pedir al dueño que le arroje la pelota es una clara señal de que el animal ya está obsesionado. En estos casos, recomienda, es mejor ponerse en manos de un especialista. «Cuanto más tiempo haga que el animal está obsesionado, peor», avisa. En cuanto a las razas, quizás algunas como los pastores o los de caza, pueden tener más tendencia a obsesionarse buscando la pelota, pero «se pueden obsesionar a perros de todas las razas». Eso si, al final, cada perro es un caso y al final «quien manda es el individuo, no la raza», dice.

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