“Es liberador saber que no tienes que comportarte como si tu perro quisiera quitarte tu sitio”

Virginia Torrecillas ha dado con la clave de lo bueno, ubicuo y barato de la educación canina. Hace años que esta ingeniera fundadora de la escuela Tephira imparte cursos de extensión universitaria a través de la UNED en su sede en Lugo. Su propuesta reconcilia las necesidades de los perros con los que convivimos con nuestro proceso personal. Ahora mismo inicia “Trabajando la calma con mi perro y con mi gato”, una ventana para hacer las cosas de manera diferente.

¿Entendemos a los animales con los que convivimos? ¿Por qué?

En general no. Nos cuesta mucho comunicarnos con ellos. Esto, desde mi punto de vista, se debe a que tenemos demasiadas creencias erróneas sobre los animales que nos acompañan, quizás porque siempre se nos ha enfocado en lo que nos separa en lugar de acercarnos a lo que tenemos en común, que son las emociones y los procesos que se derivan de ellas.

Ellos parece que nos aceptan como somos, pero ¿Les estamos haciendo daño?

Ellos nos aceptan sin juicios, esa es su grandeza. No les importa si estás dentro de los cánones de éxito que los humanos hemos establecido, sólo se conectan a la relación que creas con ellos sin más. Si nos empeñamos en relacionarnos desde ideas preconcebidas y obsoletas como, por ejemplo, que están a nuestro servicio, que son inferiores a nosotros porque no piensan, o que no sienten dolor, o que se relacionan siempre desde la competencia… o si nos quedamos sólo en nuestras expectativas sobre lo que queremos cubrir para nuestro beneficio exclusivamente cuando incorporamos un animal a nuestra vida sin pararnos a observar con toda honestidad al ser que tenemos enfrente, sí que podemos estar generando daño, ya que el animal no encuentra la manera de comunicarse de manera efectiva con nosotros para hacernos entender lo que necesita, lo que le gusta y lo que no, lo que siente… Si hacemos esto podemos empujarlo a tener que explicar las cosas de una forma violenta, algo que no es nada razonable dentro de un núcleo familiar.

¿La mejora de la convivencia multiespecie pasa siempre por el esfuerzo, la valentía y el reto de la introspección?

Hay una frase que me encanta y es la siguiente: “espero un día convertirme en la persona que mi perro ve”. Esa es mi meta, llegar a mi mejor versión y en eso la convivencia entre humanos y no humanos nos plantea retos todos los días para invitarnos a dirigir la mirada hacia nosotros mismos y plantearnos si podemos ofrecer respuestas distintas y observar el resultado que generan en tu entorno, para volver al replanteamiento inicial. Así que, para mí, la respuesta a la pregunta es sí, ya que eso requiere de valentía y humildad para poderte ver y permitirte sacar a tu propia luz tus juicios y prejuicios sobre quien crees ser, pero no para machacarnos sino para como hacen nuestros compañeros peludos tan solo aceptarnos y permitirnos transformarlos en algo más alineado con cada etapa de nuestra vida.

“Mis perros y mis gatos me han enseñado a conectar con mis propias emociones”

¿Son ellos los portadores de síntomas que desencadenan en nosotros un camino de sanación o al menos de aprendizaje?

Desde mi experiencia personal, mis perros y mis gatos han sido mis grandes maestros, los que me han enseñado y me han guiado a conectarme con mis propias emociones y ser muy consciente de estos procesos en mí. Esto es más fácil con ellos porque en su presencia no nos sentimos juzgados, nos permitimos ser más nosotras mismas para bien y para mal, y al observarme en estas interacciones puedo empezar a conectar con algunas claves de mi propio camino interior hacia esa sanación que no es más que traer al consciente los patrones inconscientes.

¿Cómo podemos entender mejor las necesidades emocionales y físicas de nuestros perros?

La idea es empezar a empatizar desde la igualdad, es decir, ellos son seres tan completos como podemos percibir a cualquier humano adulto. Piensan, sienten, toman decisiones y nos las comunican en todo momento. Lo primero es aprender a entender que nos dice su lenguaje corporal y oral y darnos cuenta a partir de estas comunicaciones como se sienten en diferentes situaciones. Cuanto más los escuchemos y respondamos de forma coherente más utilizarán esta comunicación pues verán que funciona.

¿Qué patrones comunes has observado en las personas que conviven con animales no humanos?

Unas ideas muy erróneas sobre lo que sus animales tratan de decirles o explicarles por una muy mala información al respecto de ellos y la naturaleza en general. Por otra parte, he observado una gran abertura a otra forma de relacionarse y un gran alivio cuando sienten que lo que les dice su sentido común y su intuición no iba tan mal encaminado, porque son personas que no encuentran ninguna razón para explicar las normas y los límites con violencia, sea verbal o con herramientas que se alejan de la amabilidad. Lo de “la letra con sangre entra” ya no formaba parte de su ideario y solo buscan el cómo hacerse entender amablemente.

«Nuestros perros y gatos huelen nuestro estado emocional y van a responder a él de la mejor manera que sepan»

¿Cómo influyen nuestras creencias y miedos en la relación con nuestros compañeros peludos?

Son la base de las relaciones. Piensa que de forma inconsciente les estamos tratando de confirmar todo el tiempo, así que buscaremos la manera de que se den. Nuestros perros y gatos huelen nuestro estado emocional y van a responder a él de la mejor manera que sepan y con las herramientas que dispongan para apoyar el sistema familiar, aunque para nosotros no sea una buena idea lo que hacen.

Proliferan las noticias sobre los beneficios que obtienen algunos colectivos y personas individuales de algunas actividades asistidas con animales. Sin embargo, ¿participar en actividades tan exigentes les hace bien a ellos?

Esto daría para otro seminario y de hecho lo doy junto a una compañera en la UNED Lugo y la Universidad de Vigo, campus de Ourense. De nuevo la forma en la que veas al animal que te acompaña va a hacer que lo disfrute o que, por el contrario, resulte una actividad que debido al estrés que genera incurra en el maltrato. Para mí, mi perro es mi familia, es mi compañero y jamás una herramienta de trabajo. Es un ser que siente, que se estresa, que empatiza y tiene vulnerabilidades y fortalezas como cualquier individuo vivo y desde el conocimiento profundo del ser que vive conmigo y con toda honestidad al mirarlo sabré si es posible que me acompañe en algunas situaciones para que de nuevo que todos ganemos. El eslabón más vulnerable en estas intervenciones es el animal porque no elige estar ahí de manera explícita, eso es algo que decide el humano, así que este es quien debe decidir tras pensar bien si es buena idea que le acompañe para una intervención, diseñar las actividades para que el peso de estas recaiga en el guía y no en el animal. Debemos tener muy claro que el perro NO es el terapeuta o el educador, sino que lo es el profesional que las guía o el técnico que acompaña. De nuevo las etiquetas como es un “perro de terapia, de asistencia…” hacen mucho daño y a veces puede llevarnos a idealizar algo que está lejos del bienestar animal. No hay un perro de terapia o de asistencia, hay perros que primero deben ser perros, es decir, vivir y disfrutar de acuerdo con su especie y que, en ocasiones, nos acompañan y apoyan en el desarrollo de estas actividades. Si no das unos tiempos de recuperación y descarga estas actividades pueden llegar a pasar una factura muy cara para el animal.

¿Qué patologías y qué síntomas son los más comunes en perros propiciando que cambiemos el chip?

La reactividad hacia otros animales o personas, mal llamada agresividad, tanto en perros como en gatos y el miedo paralizante que no te permite disfrutar de tu perro en algunos entornos cotidianos como el paseo. Otra situación que genera mucho estrés en el humano y que nos lleva a buscar ayuda es la ansiedad por separación. Al final podemos ver estas situaciones como algo positivo y una oportunidad para aprender algo nuevo sobre nosotros y nuestra familia multiespecie.

¿Cómo podemos establecer una comunicación más efectiva con nuestros perros?

Aprendiendo su lenguaje, empatizando con su estado emocional según la situación para poder escucharlos y responder desde la coherencia, para convertirnos en un referente seguro y fiable en todo momento.

«Observar y escuchar es marcar la diferencia entre conocer o no realmente al ser que tengo delante»

¿Cuál es la importancia de observar y escuchar las necesidades individuales de cada animal?

Es marcar la diferencia entre conocer realmente al ser que tengo delante en todas sus dimensiones y crear ese ansiado vinculo o generar en nuestra relación un teléfono roto a la hora de entendernos y, por tanto, desencadenar situaciones que nos convierta en extraños o que nos teman.

¿Qué consejos tienes para las familias que desean encontrar equilibrio en su sistema multiespecie?

Hay una máxima que siempre explico y es que: menos, es más. Pasa un tiempo de calidad con tu perro, con tu gato, con tu familia. No se trata de caminar o correr o jugar a la pelota 5 horas sino de estar presente. Sal para pasear con tu perro por sitios que disfrutéis de verdad, no es tan importante si haces 5 km o 25km, sino de estar y permitirle olfatear, observa, deja el móvil, observa qué hace, qué le asusta, qué le relaja, cómo te explica cuando está contento, cuando se aburre. Mira la diferencia entre estar en casa, en un ambiente libre de ruidos de ciudad y la ciudad. Observa sus preferencias, no te lo inventes, pregúntate todo el tiempo, ¿Cómo lo sé? Y podrás responderte mirando su lenguaje corporal y su estado emocional. Haz ejercicios de olfato, y utiliza elementos para ayudarle a descargar su estrés residual y enseña a tu perro a pensar.

¿Cuál es la base de tu enfoque en la educación canina y la terapia holística animal?

El enfoque es equilibrar desde un plano físico, emocional, mental y espiritual al ser humano, el animal o los animales que conviven con él y el entorno donde se desarrollan estas relaciones revisando cómo se dan y desde dónde se dan. El plano espiritual para mí es el que me enfoca a estar en una búsqueda constante de nuestra mejor versión individualmente y como sistema familiar, sin olvidarnos de disfrutarnos por el camino.

Podemos ver el núcleo familiar donde se da la convivencia como un sistema compuesto por partes (personas, animales y los entornos) donde cada parte busca su equilibrio interno cubriendo sus necesidades a cada instante en un entorno compartido, así que solo si nos escuchamos los unos a los otros y a nosotros mismos atendiéndonos y atendiendo lo que ocurre en el otro el sistema evolucionara hacia espacios de mayor comprensión. No puedo quedarme solo en el comportamiento porque eso solo es el síntoma, pero no es la causa que lo sostiene y normalmente esto no está en lo que se ve sino en los procesos del sistema.

«La zoofarmacognosis trabaja desde la capacidad de cada individuo para autoseleccionar las herramientas del entorno que le rodea»

¿Qué recursos naturales utilizas en tus sesiones individuales para ayudar a los animales?

Hay una disciplina llamada zoofarmacognosis que trabaja desde la capacidad de cada individuo para autoseleccionar las herramientas del entorno que le rodea para devolverle a su equilibrio. Es decir, que si observamos a nuestros perros y gatos cuando salen a la naturaleza los vemos oler plantas, tierra, frutos, cortezas…y a veces las incorporan por vía oral, o tópica u olfativa según el momento. Me baso en esta manera tan natural de escuchar el cuerpo para saber tomar del entorno aquello que nos va a ayudar a nuestro bienestar. Lo que hago es crear un espacio de confianza plena en el que permito al animal escoger lo que necesita sin obligarlo, sin guiarlo, tan solo siendo un medio que ofrece remedios como plantas deshidratas o frescas, sonido o aromas y dejar que el animal y su humano entren en un proceso de escucha interna abriéndose a compartir momentos de verdadera calma.

Te gusta enseñar y ofreces formación a través de cursos de extensión universitaria a través de la UNED. ¿Qué destacarías de esta oportunidad?

Es un medio para hacer llegar a muchas más personas que puedan resonar con esta manera de entender la convivencia con animales no humanos que para mí es una forma de vida y algo esencial para manifestar ese cielo en la tierra para cualquier forma de vida.

¿Cómo son tus alumnos?

Son, en su mayor parte, personas que ya resuenan en esta forma de sentir la convivencia con sus animales y que a veces sí tienen problemas de convivencia y otras veces no, tan solo buscan entender a su animal mejor y ser más felices juntos.

¿Cómo reciben este enfoque tan distinto de los clichés de la dominancia y la obediencia?

La mayoría de las veces muy bien, porque se sienten liberados de tener que sostener una relación basada en el miedo a que te quiten el sitio. Se sorprenden de que las actividades que propongo no busquen la obediencia sino el que se den cuenta de lo que sus perros les cuentan a través de ellas y siempre me agradecen esta visión que les ayuda a estar más en comunión con lo que realmente son: familia y equipo.

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