Un área de recreo de Barcelona donde los perros pueden disfrutar de un entorno seguro y equipado

Los perros pueden disfrutar y desahogarse en un entorno seguro y bien equipado en el área de recreo de Can Dragó.

Son las 10h de la mañana, Bruc empuja a Mari, su ama, deseoso de entrar a jugar en el área de recreo de Can Dragó. Ella le dice que entre con calma, que en el espacio hay más perros, pero la realidad es que no hay ningún problema porque el acceso de doble puerta permite que Luna, otra perra, salga casi al mismo tiempo.

En esta área de recreo los perros mayores tienen mucho espacio y los pequeños no tienen riesgo de escapar. Las vallas de color aluminio son de metal sólido y seguro. Miden 1’5m de altura y entre barra y barra no hay espacio para irse. El cerrado perimetral está fijado a una estructura de hormigón que hace estable el metal e impide la labor de los perros que realizan túneles en otras áreas de recreo.

Casi todos los perros se saludan. La relación entre los dueños es distinta. Se pueden observar hombres de mediana edad, señoras coetáneas y algún joven. Al fondo, quien no tiene prisa, permanece sentado en los bancos. Más cerca de la puerta, se encuentran las personas que, probablemente, se marcharán pronto.

En el interior del área encontramos árboles protegidos con vallas de madera. Menos sólidas que el cerrado perimetral, pero más seguras por si hay algún derrape que termina en impacto. El juego del pilla-pilla es el que gana la partida. Los perros jóvenes y brillantes realizan su propia y particular exhibición, dibujando círculos infinitos, diagonales y driblings.

La mayor parte del suelo es blando, los perros ni resbalan ni se duelen en las almohadillas. Mucha gente los mira y algunos incluso sonríen. Varios galgos disfrutan de esta área, ya que les permite activar las piernas… hasta dónde puede llegar un equipamiento en una gran ciudad. Hay perros con edad más avanzada que simulan que controlan la zona y disfrutan de un día soleado.

Asimismo, unos chicos hablan de verse más tarde y unos señores mayores comparten que hace días que no ven a Canelo, un peludo habitual de este área. Algunos perros ladran para estimular el juego y a veces tienen suerte. En definitiva, una ciudad con controvertidas limitaciones por el perro urbano logra encontrar en ese espacio un oasis a imitar.

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